Autor: Ab. Pedro Martín Páez Bimos (Mg)

La criminología es una rama del conocimiento que no se encuentra establecida en el Ecuador dentro del aspecto académico –como una carrera universitaria avalada-, forma parte de algunos cursos o asignaturas desde un enfoque complementario.

No existe una valoración sobre esta materia, ni tampoco se destaca su importancia para enfrentar lo que por objeto investiga, que son las causas de la delincuencia y el proceso de criminalización[1], según algunos autores. No obstante se debe analizar las siguientes interrogantes: ¿Quiénes son sus actores?, ¿Qué factures influyen en la criminalidad?, ¿La culpa es de la sociedad?, ¿Qué rol juegan los medios de comunicación con la criminalidad?, entre otras preguntas más, en búsqueda de reflexionar con profundidad como se puede emplear medidas que puedan enfrentar los altos índices de delitos cometidos todos los días.

Estas y otras preguntas son importantes si queremos llegar a conclusiones transcendentales que vayan más allá de las típicas conversaciones de sobremesa que se dan en los círculos familiares o de amistad. Si revisamos desde el punto de vista de la criminología mediática es interesante ver ciertos conceptos que son de relevancia con la realidad ecuatoriana, este enfoque criminológico pone de manifiesto la intervención o el rol que tienen los medios de comunicación respecto a la cuestión criminal, y en manera determinada, en la creación de la información, subinformación o desinformación que se presenta a sus usuarios en relación con la criminalidad pragmática[2], que proponen algunos autores como Zaffaroni en su libro la Cuestión criminal. Un ejemplo de este tipo de información se dio en los casos de “Karina del Pozo” o de “La niña Emilia”, los cuales fueron asesinatos que recibieron gran escarmiento mediático –sobre pasando en muchos casos el cubrir una nota periodística-, y en los cuales existió un juzgamiento público antes de que se haya declarado su culpabilidad por la autoridad competente siendo fundamental la intervención de los medios de comunicación, limitando la imparcialidad y la independencia del debido proceso sobre estos individuos. En estos casos es evidente que los medios de comunicación tuvieron un beneficio económico –generación de rating- y relevancia en el desarrollo de los procesos judiciales, que pone en cuestionamiento su accionar. Esta creación de información mercantilista y poco ética por parte de los medios de comunicación tiene efectos expansivos punitivos, los cuales son poco reflexionados por los agentes, abusando de su poder pragmático y transformando al homo sapiens en un “homo videns”[3] (ser humano que reflexiona su criterio en base a los programas de televisión).

Además de generar estereotipos y buscar ganar capital mediante los índices de ratings, la criminología mediática ha sido utilizada para otros fines por su capacidad de manipulación pública y control social en todo el mundo. La creación de víctimas héroes que abanderan una política criminológica –punitivista- determinada, que busca reflejarse con un grupo social[4], para poder generar un vínculo simbólico con su público, que permita la respuesta positiva del consumidor mediático; la creación de chivos expiatorios dependiendo de la época o el momento histórico-político como fue el “comunista”, “narcotraficante” o “terrorista”[5], buscando expiar todos los pecados sociales del resto de la sociedad sin la mayor reflexión sobre lo que se busca vender como idea a la sociedad, de manera masiva sin respeto el más mínimo sentido humanista, y teniendo efectos positivos para una tendencia política gobernante o internacional desde la perspectiva geopolítica; y por último, la venta de un moralismo mediático que establecen los medios de comunicación en el que ofertan unos patrones de comportamiento social que no responden al mismo actuar de ellos, ya que priman la rentabilidad económica sobre los derechos de las personas sobre las cuales realizan sus notas –víctimas y victimarios-, generando confusión sobre la libertad de prensa investigativa con el amarillismo y el irrespeto al derecho ajeno, cuestión común en los reportajes de crónica roja.

Pues es la gran cuota de poder que tienen los medios de comunicación en el contexto, siendo por ejemplo la televisión, que va desde el ritualismo de las novelas en horario nocturno, hasta los programas de opinión y farándula del medio día, generado una gran dependencia en los hogares y vida de los individuos. Por lo que esta responsabilidad que se genera a base de un gran poder, debe ser manejada con la mayor seriedad posible para evitar efectos nocivos, crecimiento de la expiación y venganza mediática, y responder bajo un marco ético y normativo limitado. Claro, bajo esta perspectiva no se debe generalizar a todos los medios de comunicación, ya que si existen trabajos periodísticos serios y medios de comunicación que no caen en este juego de la criminología mediática.

La desviación social en el Ecuador

La desviación –que siendo honestos a cabalidad- es un factor importante dentro de la estructura social y que todos los hemos transgredido en algún momento, la cual se establece como la falta de conformidad con ciertas normas de conductas socialmente aceptadas por la mayoría de personas de un grupo social[6], claro, haciendo la división respectiva entre desviación y delito, que pueden coincidir en algunas circunstancias y en otras no. Sin embargo, esta distinción es importante, ya que establece ciertas particularidades que tenemos los seres humanos respecto a las normas sociales o las jurídicas, el cual es el principal motor de existencia de los abogados y juristas. Puesto que sin estas desviaciones nuestro oficio seria innecesario –sería un mundo “perfecto”-.

La desviación en materia de criminología es importante mencionarla ya que según esta perspectiva de estudio se puede determinar quiénes establecen las normas, tomando en cuenta que, en los grupos humanos las normas son un ejercicio del poder entre los individuos que se conforman en clases, que suelen establecerse por poder político pero sobre todo económico[7]. Careciendo de participación los sectores más pobres y minoritarios del grupo social, y siendo los más ricos –en este punto también clases medias y medias-altas- quienes primen en el establecimiento de las reglas de juego, y de esta forma criminalizando la pobreza y siendo benefactores de los white collar criminals. Y es importante relacionarlo con la criminología mediática, ya que desde el punto de vista de la desviación esta se vincula con el contexto social. Siendo los medios de comunicación de la criminología mediática quienes resaltan al desviado como un enemigo público, y no profundizan el fondo o el origen del desviado en muchos casos, sin buscar reflexión sobre si este individuo corresponde a patrones culturales, políticas públicas-sociales u otro factor, que sea el origen de su actuar, escondiendo realidades que se dan en la sociedad, siendo esta una gran interrogante según estas perspectiva de investigación.

En fin, la criminología mediática tiene características abusivas y manipuladoras que deben ser reguladas por sus efectos nocivos. Se genera un desbande en el que las desproporciones punitivas rompen con el sistema judicial y su independencia, pero sobre todo, llenan de sentimientos negativos e irreales sobre sus principales consumidores –público que recibe el impacto-, de un poder que ya ha sido señalado por múltiples autores sobre la responsabilidad de los medios de comunicación y la criminología. Se pueden llegar a cometer actos atroces sobre hechos falsos o no comprobados, como ajusticiamientos públicos, asesinatos –como el presunto y cuestionable suicidio de uno de los implicados del caso “Emilia” en el CRS Turi, lugar que de antemano parece no estar controlado por las autoridades por su cantidad de denuncias sobre violaciones a los DDHH-, afectar la reputación, dignidad y el honor de personas que son inocentes, puesto que como sociedad hemos encargado a la Función Judicial mediante sus procedimientos y normas procesales, que un juez declare mediante sentencia si es o no responsable de un hecho criminal, siendo “inocente hasta que se demuestre con contrario”. Limitar y enfrentar a la criminología mediática es una realidad que se debe reflexionar a profundidad para progresar como sociedad apegada al respeto y la legalidad construida desde la razón.

Ab. Pedro Martín Páez Bimos (Mg)

Socio fundador Corporate Defense / [email protected]

Quito – Ecuador


[1]José Cid. Teorías criminológicas. (Barcelona: Editorial Bosch, 2001), 15-16.

[2] Eugenio Zaffaroni. La cuestión criminal. (Buenos Aires: Editorial Planeta, 2013), 217.

[3] Ibíd., 221.

[4] Ibíd., 232.

[5] Ibíd., 222.

[6] Anthonu Giddens. Sociología – El delito y desviación. (Madrid: Alianza Editorial, 2006), 737-738.

[7] Ibíd., 739.