ACTO JURIDICO Y HECHO JURIDICO
Responsabilidad contractual y extracontractual
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Por: Dr. Oswaldo Paz y Miño J.
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E N LA PÁGINA 139 del estupendo libro publicado por Ediciones Tauros, «El Juego de la democracia», encontramos el pensamiento, las «reflexiones urgentes» de uno de los dos autores, el Dr. Diego Pérez Ordóñez, que compartimos en la intención de proponer que: En un Estado en el que no se respeta la ley, en el que existen castas a las que no les llega la generalidad de las normas jurídicas y menos las sanciones cuando las merecen, no puede existir jamás seguridad ciudadana, ni seguridad de ningún tipo.

«Para que podamos hablar de Estado de Derecho no basta con que exista un Estado y que exista el Derecho. Tampoco basta con que el Estado se rija por normas jurídicas.

Definir al Estado de Derecho como la organización jurídico política de la sociedad gobernada por el Derecho calza más bien dentro de una explicación inicial de un Estado con Derecho. Me explico: El Estado de Derecho se caracteriza por la aplicación del Derecho para cumplir con los fines de la sociedad, y no por la mera existencia de un ordenamiento jurídico»

Agobiado por los riesgos

Agobiados estamos, la mayoría de los ciudadanos en este país. Por donde quiera que vayamos nos rodean los peligros, corremos riesgos de todo tipo. No solo de aquellos que envuelven atentados de mayor o menor grado, contra nuestra integridad física, nuestra vida, nuestra propiedad, en plazas, calles, parques, paradas de bus o en los mismos transportes públicos y avenidas, estadios, iglesias y portales. No solamente esos.

En la que la intolerancia, esta presente de forma grotesca y corrosiva en todos los espacios de convivencia, la agresividad se advierte en las miradas, en los gestos, en los dichos, en las conversaciones, «amistosas», en los negocios, en las empresas públicas y privadas, en el vecindario.
Baste mencionar a vuelo de pájaro, como simple ejemplo, a esos que se pasan los semáforos en rojo cuando les viene en gana, o invaden las vías del trolebús, con sus poderosos cuatro por cuatro y otras linduras motorizadas. Prepotentes, que no dudan en lanzarle el «juguete» encima al viandante, porque «papi», es influyente.

Poder e irrespeto de la Ley

Para muchos es una prueba fehaciente de su capacidad de tener billete, de billetear y de haber sido billeteados, una forma de marcar territorio; una muestra, de un «talento» cercano al de las acémilas, que se sustenta en cuentas corrientes de altas cifras, que muy probablemente no cuadren con los impuestos declarados; una forma de proclamar que son personas «importantes»: bien relacionadas con palancas. Que pueden hacer y deshacer impunemente, que tienen padrinos, que pueden hacer daño y que pueden escoger hasta las cárceles.

Con el poder económico y político, tienen acceso a los medios, a los diplomáticos, a burdeles de alto costo, a visas y viajes, a llevar maletas viajeras, entiéndase incondicionales, allende mares con dineros ajenos, a manejar la vida de sus trabajadores, pudiendo estos por ejemplo, ser deportistas, a los que no se les paga el seguro social.

Son personajes todo poderosos e intocables, que a su gusto y gana pueden entre otros milagros: auspiciar candidatos a elección popular, financiarlos, protegerlos, promoverlos, para luego recuperar sus inversiones desde los cargos públicos que logren, aquellos que resulten electos y desde los cargos se ponen a cancelar favores hechos por quienes invirtieron en ellos.

Repasemos la historia, las hemerotecas y veremos a muy conocidos, todólogos, algunos que han dado vueltas y han hecho «sacrificios» por la patria desde los más diversos niveles y cargos: han sido de todo, poco les ha faltado para ser reinas de navidad de algún barrio. En estas listas constan también ex bellezas que por tales y populares se han embarcado en el poder.
Han pasado ellos y ellas, estos celebres, por ser oportunamente concejales, consejeros, alcaldes, prefectos, diputados que aspiran también a ser presidentes o vicepresidentes. Los mismos de los mismos, para cerrar el círculo de servicios y méritos al país, también han paladeado las mieles de los ministerios y de las embajadas, consulados y agregadurías a los que llegaron por la ventana y no por la puerta de la carrera diplomática; taponando en los partidos políticos la salida de nuevos lideres, no contaminados.

Los mismos causantes de los males que nos pesan y que se aprestan a ser reelegidos, dice la gente. Aupados por venerables que pasaron por los gobiernos nacionales o seccionales dejándonos solo problemas, alejándonos del bienestar colectivo, de una vida digna.

Sino no son los mismos, serán sus socios, sus íntimos en el partido, sus descendientes, agnados y cognados los que a cuento de ser herederos intentaran ubicarse siguiendo la escuela de sus mayores. Serán pocas caras nuevas, pocas oportunidades de cambio, porque tal hecho, el cambio a los que llevan las riendas de los partidos, poco o nada les interesa y no las llevan precisamente los que se ven, ni los que se escuchan, varios son ecos de voces que si mandan y ponen y quitan.

Injusticia social

La inseguridad pública es un resultado de tanta injusticia social, es una consecuencia de años y centurias de dominio, explotación y burla.

Es una respuesta, es una causalidad que nos amedrenta a todos, es un problema que no solo se ha de enfrentar con represión, es una tarea pendiente que se ha de acometer desde la prevención. Si, desde el derecho social, desde la labor empresarial responsable que cree fuentes de trabajo, desde el Estado que garantice seguridad jurídica.

La verdadera igualdad de todos ante la ley y no la certeza de que los que tienen dinero y poder político y social, están facultados para eludir el ordenamiento jurídico.

La inseguridad ciudadana es multifacética. Una realidad de varios rostros que no se puede enfrentar sin Políticas de Estado, sobre: salud, educación, trabajo, vivienda, seguridad social y deporte, entre otros temas fundamentales para que las personas vivan dignamente, como seres humanos.

La seguridad ciudadana se crea y se consolida, desde la solidaridad de los que más tienen respecto de los que no tienen nada o poseen poco. La inseguridad ciudadana se consolida cuando solo se la reprime, cuando no se ataca la raíz, que es la pobreza. Cuando las fronteras se instalan en las calles, en paredes que impiden el tránsito por las vías públicas de los menesterosos, cuando se obliga a la emigración, cuando se parte a las familias, desterrando a los padres a que busquen trabajo y medios de vida en otros países.

La inseguridad ciudadana no se erradica con la creación de un ente burocrático, con un membrete. Deben estar en la subsecretaría de seguridad técnicos en el tema: antropólogos, sociólogos, abogados, criminólogos, penalistas, no amigos del gobierno, ni improvisados que no conozcan del tema. Han de trabajar por ella entendidos, seres humanos, con visión social, expertos no solo en represión, conjuntamente con la Policía Nacional, la Institución que por mandato Constitucional es la que ha de velar por la seguridad ciudadana. No entidades privadas y las Fuerzas Armadas tampoco, porque estas, tienen otras tareas, duras y comprometidas. Ha de recurrirse a ellas en los desbordamientos previstos en la Constitución y las leyes específicas.

Recurrir a países amigos de transparente democracia, en los que los mandatarios han dado ejemplo de talento y talante, a Chile y a España, para que nos nutran con sus saberes, experiencias y sistemas, sería una medida inteligente. De temas sobre derecho social, seguridad jurídica, Estado Derecho, seguridad social y ciudadana ellos: España y Chile si que pueden dejarnos muchos conocimientos. No por nada están donde están ahora. Seguro que los gobiernos de las mencionadas naciones no demoraran en resolver si pedimos su concurso. Estamos en etapa de aprendizaje y volcarse a los que saben sin entreguismos es de sabios y estadistas.


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