Ciberbullyng

Acoso Moral y Psicológico

Autor: Dr. Faustino Gudín

Alcance y consecuencias del Mobbing

El mobbing
o acoso psicológico a una determinada persona con el fin de socavar su
autoestima y marginarle suele gravitar en torno a actos que aisladamente
pudieran considerarse anodinos o irrelevantes, pero cuyo encadenamiento en el
tiempo y persistencia van minando la salud y la entereza psíquica del afectado
hasta conseguir destruir su autoestima o producir enfermedades psicosomáticas
que previamente no existían y que son el resultado de la indefensión que
aprende la víctima. Se crea un ambiente negativo, una telaraña de odio y
animadversión sobre un sujeto que no se percata de que determinadas personas
mueven unos hilos entre el colectivo para anularle socialmente. En este
entorno, no nos parece difícil imaginar el halo de posibilidades inmenso que
generan estos instrumentos telemáticos de comunicación.

Procedencia

El
científico alemán afincado en Suecia Heinz Leymann investigó el fenómeno en la
década de 1980, y utilizó por primera vez el término mobbing para
referirse al problema(1). Fue el etólogo Lorenz(2), ya en
el año 1968, quien creó el término mobbing, vocablo que se usa en
estudios del comportamiento animal, sobre todo en la ornitología, donde la
conducta defensiva de un grupo de cuervos se traduce en un atosigamiento
continuado de su enemigo, un búho, a fin de que éste aborreciera o abandonara
una ubicación física donde moraban ellos, o simplemente para desplazarle de su
nido y ocuparlo ellos. Partiendo de este estudio, se observó comportamientos
análogos en determinadas especies, constatando que en ciertos casos los
individuos más débiles del grupo se coaligaban para atacar a otro más fuerte
(así por ejemplo ratas, babuinos o tensiones entre hienas y leones). Para
definir esta situación se utilizó el verbo inglés «to mob», que se
define como atacar con violencia. Por lo tanto, al igual que la violencia los
sistemas de acoso son un modus vivendi que se ha transmitido de
generación en generación. Este mecanismo de continuo enfrentamiento social se
utiliza para que un grupo reducido actúe sobre potenciales rivales o para la
eliminación de determinados elementos del grupo que se consideran más débiles
(comportándose como un sistema implacable de eugenesia social(3).

Modalidades y propósito del ?mobbing?

Esta persona
o grupo de personas reciben una violencia psicológica reiterada a través de
conductas de acoso en el ámbito de su trabajo por sus jefes (mobbing
descendente) compañeros (mobbing horizontal), subordinados (mobbing
ascendente), de forma sistemática y recurrente, durante un tiempo prolongado
que pueden llegar a ser meses e incluso años. Pretenden hostigar, intimidar, o
perturbar hasta el abandono del trabajo a la víctima o víctimas. En el ámbito
escolar, Dan Olweus sostiene que «un estudiante se convierte en víctima de
acoso escolar cuando está expuesto, de forma reiterada y a lo largo del tiempo,
a acciones negativas llevadas a cabo por otro u otros estudiantes».

Según Iñaki
Piñuel, el acoso psicológico posee como propósito empequeñecer, intimidar,
aplanar, apocar, amedrentar y consumir emocional e intelectualmente a la
víctima, con vistas a eliminarla de la organización o satisfacer la necesidad
insaciable de agredir, controlar y destruir que suele presentar el hostigador,
que aprovecha la situación que le brinda la situación organizativa particular
para canalizar una serie de impulsos y tendencias psicopáticas. El acoso
psicológico puede ser un fenómeno típico de ambientes laborales con una
organización productiva desastrosa o sistemáticas arbitrarias de trabajo además
de una administración incompetente y desatenta. También se afirma que los
afectados son normalmente individuos excepcionales con demostrada inteligencia,
competencia, creatividad, integridad, talento y dedicación.

En el caso
del menor agredido, al enfrentarse a experiencias de victimización, su imagen
se deteriora y se daña su autoestima personal. En efecto, «para las víctimas
puede resultar terrorífico ser objeto de abuso, no sólo por lo que supone de
daño físico y psicológico, sino también por el daño moral que les provoca la
humillación de ser considerado un estúpido, un débil y un marginado social. La
víctima, llena de temores, que intenta contener y disimular, por un sentimiento
de vergüenza, suele percibir su situación causada por su propia debilidad
social y su escasa capacidad para afrontar las relaciones interpersonales; sin
contemplar que éstas son especialmente injustas y duras para cada persona»(4).

También
suele utilizarse el término bullying (literalmente «los toritos»,
enfocado al matonismo), que viene a ser una especie dentro del género
caracterizada por que siempre está presente la violencia física, mientras que
en el mobbing(5)las estrategias que utilizan los acosadores o
mobbers siempre son más psicológicas y sutiles, pues la intención es no
dejar rastro o huella del acoso, para que el acosado o mobbed aparezca
como un trabajador incompetente, conflictivo o problemático. Como refiere Oñate
Cantero(6), la agresión física (aunque más llamativa) representa tan
sólo una pequeña parte del total de las conductas de hostigamiento. Para
comprender bien la dinámica del mal al que nos enfrentamos Varela Autrán(7)
nos recuerda que el hombre es un ser dotado de razón pero, también, de instintos.
En la medida en que estos últimos preponderan sobre el ser racional se desatan
sentimientos perversos que dan lugar a consecuencias impredecibles. La historia
nos recuerda los enormes padecimientos sufridos por la humanidad a través de
los siglos, en muchos de los cuales se advierte la perversión del hombre como
hilo conductor capaz de generar los más ominosos sufrimientos.

El mobbing
se suele utilizar por parte de algunos directivos de la organización como una
estrategia de management. Es frecuente que en algunas organizaciones se
utilice el mobbing como un instrumento para deshacerse de aquellos
empleados especialmente molestos a los que no se puede reprochar nada, para lo
cual utilizan la táctica de la quiebra de su resistencia psicológica,
hundiéndolos emocionalmente para deshacerse de ellos sin que suponga un coste
económico para la empresa. De esta forma, se maltrata psicológicamente a los
trabajadores para destruirlos y forzarlos a dimitir o abandonar su lugar de
trabajo. También en el ámbito escolar compañeros que presentan a ojos del mobber
determinadas potencialidades ansiadas pero no poseídas (así se enfrenta a
alguien más inteligente, mejor apariencia física, mayor aptitud para el
deporte, etc.).

Para
sobrevivir al mobbing (y siempre de forma complementaria a otras
acciones laborales, médicas, jurídicas, y otras facetas), la estrategia
personal consiste en comprender cuanto antes el fenómeno y hacer frente de
manera proactiva, rompiendo la indefensión y solicitando la protección de la
salud laboral en riesgo de daño.

La
estrategia terapéutica en el trabajo con las víctimas de mobbing suele
consistir no tanto en aclimatarlas al hostigamiento cuanto en ayudarlas a
recuperar la autoestima y a romper el proceso de indefensión aprendida que el mobbing
termina generando.

El mobbing
está considerado no tanto como una nueva enfermedad sino como un riesgo laboral
de tipo psicosocial. Las enfermedades a que da lugar el mobbing no son
nuevas. Se trata de enfermedades que, en la medida en que son producidas por la
exposición del trabajador a este riesgo psicosocial, deben ser catalogadas como
derivadas del trabajo. El cuadro de daño más habitual en los casos de mobbing
suele ser el síndrome de estrés postraumático. Un cuadro que muy frecuentemente
se confunde con depresión y problemas de ansiedad.


Entidad del Problema

Como ya
hemos apuntado, las redes sociales de Internet se han constituido en el siglo
xxi en quizás el principal instrumento de comunicación y socialización, siendo
una de sus principales funciones servir de plataforma desde donde se puede
compartir experiencias y momentos vitales. Las recientes revueltas de la
denominada primavera árabe de 2011 pusieron a la luz la capacidad de derribar,
por parte de Internet, catalizando el disgusto de la opinión pública, a
determinados regímenes militares que parecían si no indestructibles al menos
sólidamente asentados.

Una de las
manifestaciones más frecuentes de este fenómeno de intercomunicación es la
publicación de fotografías o la divulgación de experiencias íntimas o
personales. La vida privada se populariza cada vez más y de un modo casi
inmediato gracias a los smartphones conectados a Internet(8).
En ocasiones, especialmente por parte de los adolescentes, las imágenes que se
publican son poco afortunadas y pueden ocasionar contrariedades futuras a sus
protagonistas entre otras razones porque, dada la dimensión atemporal de
Internet, una imagen oprobiosa puede permanecer inveteradamente en la red y si
su contenido es ridiculizante o vejatorio los daños personales son difícilmente
estimables. Si se añaden etiquetas que los identifican con nombres y apellidos,
que comúnmente se pueden acompañar con comentarios de mofa o burla sobre el
protagonista de la escena, las consecuencias son aún más graves.

En estas
redes, sobre todo en adolescentes, existe una velada y soterrada competición de
lucimiento y una pretensión de ocupar un rol de referencia, y cuando uno se
topa con un rival más popular o carismático las vías para derribarlo del trono
digital suelen venir acompañadas de la denigración personal.

Cuando se
trata de foros cerrados entre escolares o personas que tienen una clara
representación en el mundo exterior cotidiano las consecuencias se hacen más
graves, pues los hostigamientos no se circunscriben a Internet, sino que se
extrapolan a su vida cotidiana. Las posibilidades que concede a un acosador el
uso de las modernas tecnologías son evidentes. Hay que percatarse de que se
utilizan compañías foráneas (Facebook, Twitter, Tuenti y Linkedin, etc.), que
permanecen altamente impermeables a la autocensura y solo en casos concretos y
a título de beneplácito se deciden a actuar. Los procedimientos compulsivos
sobre las mismas para lograr un adecuado control desde Europa son altamente
tortuosos, duraderos y difíciles. En definitiva, cuando finalmente se adoptan
medidas ya se ha llegado demasiado tarde(9).

Todos los
especialistas coinciden en el diagnóstico: la educación y la conciencia social
son los dos pilares para disminuir la violencia. Y alegan que el problema no es
la herramienta, sino el mal uso y la falta de controles, lo que viene a
significar la necesidad de establecer un estatuto jurídico internacional que
regule Internet y unas pautas deontológicas de la compañías que explotan sus
contenidos(10).

Como ya
apuntamos, el acoso, la violencia y la intolerancia son anteriores a Facebook,
las burlas, las bufonadas, así como los ataques físicos y verbales entre
compañeros, suponen una parte negativa a la que desgraciadamente casi todo
escolar debe soportar en alguna ocasión durante su etapa de formación. Aunque
la virtualidad hace que ciertas conductas se pongan de relieve, se magnifiquen
y se sobredimensionen, no son fenómenos generados por el uso de una determinada
página web.

Medidas judiciales

En las redes
sociales, escolares o laborales, sería lege ferenda necesario dotarlas
de un equipo de moderación que monitoreara los contenidos generados en ella, de
manera manual o automatizada, con el fin de minimizar la información
inapropiada. También los usuarios contribuyen a esta vigilancia a través del
botón «denunciar» o desde el Centro de Ayuda. Anterior a una judicialización de
las redes habría que priorizar un filtro telemático: un sistema de
autorregulación propio donde los moderadores contacten directamente con el
usuario responsable del contenido, tratando de explicarle las razones por las
cuales tiene que eliminar esa información, y en su defecto se podrían borrar
aquellos, por lo que sólo los comportamientos más graves tendrían un eco
judicial.

Actualmente,
con independencia de la responsabilidad penal, desde el plano administrativo,
la Agencia Española de Protección de Datos establece distintas sanciones por el
uso indebido de datos personales en Internet, entre ellos destacamos
principalmente el uso de imágenes sin el consentimiento del interesado(11).

Artículo
publicado en el portal Jurídico Lex Nova

(1) Lo definió en el Congreso sobre Higiene y Seguridad en el
Trabajo en el año 1990 como «Situación en la que una persona ejerce una
violencia psicológica extrema, de forma sistemática y recurrente y durante un
tiempo prolongado sobre otra persona o personas en el lugar de trabajo con la
finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima o víctimas,
destruir su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que
finalmente esa persona o personas acaben abandonando el lugar de trabajo».

(2) Vid. Lorenz, Konrad, Consideraciones sobre las
conductas animal y humana
(trad. Sabrido, Ángel), 1.ª Ed., Plaza &
Janés Editores, Barcelona, 1974, pp. 221 y ss. El autor dedica un capítulo
entero al comportamiento de las ratas, animal que según él opera los mismos
comportamientos que el hombre, razón por la que sobreviven tan bien y son tan
difíciles de erradicar. Cuando dos comunidades de ratas de distinta procedencia
se ponen en contacto en el mismo hábitat, pronto empiezan a luchar entre sí y a
definir su territorio, acabando cada grupo por retirarse a una zona bien
delimitada que defienden a morir. Si en vez de grupos se introducen en el nuevo
hábitat varios individuos aislados, cada uno procedente de un grupo diferente,
se observa que inicialmente todos procuran evitarse unos a otros, luchando tan
sólo cuando no les queda más remedio. Sin embargo, en cuanto se forma una
pareja la formación convivencial ataca al resto, acabando paulatinamente con
todos, uno a uno, de la manera más cruel. De forma sorprendente, en cuanto
empiezan a tener descendencia, la cruel pareja cambia su comportamiento y se
vuelve paciente y tolerante con sus propias crías. Aunque la comunidad se
extiende y apenas se reconocen de vista, se olfatean y se protegen porque todos
poseen el mismo olor, el olor a clan. Si en esta sociedad tan armoniosa se
introduce una rata de distinto origen, no ocurre nada durante cierto tiempo,
hasta que el individuo pasa demasiado cerca de una de las ratas del clan. En
este momento sucede algo terrible: la rata que ha detectado al intruso emite un
gruñido o chillido de descontento, que desencadena una reacción colectiva de
gran ferocidad: todas las ratas, con los pelos erizados y ojos protuberantes,
se abalanzan sobre el intruso, al que destrozan sin piedad. Éste raramente se
defiende y en muchas ocasiones muere de miedo tras iniciarse el ataque. De
estas experiencias contrastadas advierte Lorenz que el mobbing es una
parte del comportamiento evolutivo, una manifestación del «darwinismo social»,
en virtud del cual los animales más adaptados y fuertes condicionan a aquellos
que son constitucionalmente inferiores para que abandonen determinados
territorios o ámbitos, sin recurrir necesariamente al enfrentamiento físico.

(3) Posteriormente a los estudios biológicos, Brodsky, en una
publicación de 1976, relacionada con el mobbing en el mundo laboral,
hacía referencia al Trabajador hostigado. Sin embargo, no realizó más que una
alusión periférica con una referencia muy escueta, ya que su libro iba más encaminado
a describir la vida dura del trabajador y su situación. Brodsky no estuvo
interesado en el análisis de estos casos de coacción psicológica, sino más bien
pretendía que se implantara una nueva ley del ambiente de trabajo en Alemania.

(4) Vid. Ortega Ruiz, Rosario, «Víctimas, agresores y
espectadores», Cuadernos de Pedagogía, núm. 391.

(5) Otros vocablos utilizados en lengua extranjera son el de
«harassment», que equivale a hostigamiento, el de «whistleblower» (literalmente
los que soplan el silbato, en alusión a los que denuncian situaciones injustas
y sufren por ello las consecuencias de un entorno laboral hostil que los
boicotea y asedia, llegando incluso a amenazarlos y agredirlos) y el «ijime» en
japonés. (Vid. Luelmo Millán, Miguel Ángel, «Acoso moral o «mobbing».
Nuevas perspectivas sobre el tratamiento jurídico de un tema intemporal de
actualidad», Revista de Derecho del Trabajo,núm. 115, 2003, p. 9 y nota
14. Vid. también Villegas Fernández, Jesús Manuel, «Teoría penal del
acoso moral: «mobbing», «bullying»,
«blockbusting»
». Estudios. Boletín del Ministerio de Justicia,
núm. 1997 de 2005, p. 7. También Piñuel Zabala, Iñaki, «Mobbing. La
violencia psicológica en el trabajo (I)», en
<http://www.el-refugioesjo.net/bib/cisnerosI.htm>. Vid. la importante obra de
Leymann, Heinz, «Mobbing at work and the development of postraumatic
stress disorders», European Journal Of Work and Organizational Psychology,
vol. 5, núm. 2, 1996.

(6) Vid. Oñate Cantero, Araceli, «Acoso y violencia
escolar. Precisión terminológica e implicaciones jurídicas», El Mobbing
desde la perspectiva social, penal y administrativa
. Estudios de derecho
Judicial
núm. 94, CGPJ, Madrid, 1997, p. 90.

(7) Vid. Varela Autrán, Benigno, «El acoso moral o mobbing
en el trabajo», Cuadernos de Derecho Judicial núm. 5, 2003, p. 259.

(8) En España, el Estudio sobre hábitos de seguridad en el uso
de las TIC por niños y adolescentes y e-confianza de sus padres, del
Observatorio de la Seguridad de la información de INTECO, elaborado a partir de
encuestas a menores de entre 10 y 16 años y a sus padres o tutores, muestra
cómo un 5,9% de los chicos afirma haber sido víctima de ciberacoso, mientras
que un 2,9% afirma haber actuado como acosador. Mensajería instantánea, chats,
mensajes de móvil, correo electrónico y redes sociales se convierten en nuevos
espacios para la burla, las exclusiones y, en no pocas ocasiones, la
vulneración de principios básicos relacionados con el honor, la intimidad y la
propia imagen.

(9) Algunos de los grupos de Facebook tienen denominaciones
claramente discriminatorias, racistas, xenófobas o incitadoras al odio:
«Fumigar a los negros cabeza», «Odio a los judíos», «Odio a los bolitas que
usan ropa trucha», «Yo también odio a los pobres», «Mataría a un villero si me
dicen que nadie se entera», o «tres razones para odiar a Romina Perrone» (la
niña de 10 años que sufrió ciberbullying por una compañera de clase).

(10) La encuesta de Slonje y Smith, realizada en 2009 en siete
países -entre ellos EE.UU., España, Colombia y Chile- dio como resultado que el
12,1% sufría ciberbullying. Entre ellos el 22,4% de los varones usó los
teléfonos digitalizados o la mensajería instantánea para perjudicar a otros,
frente al 13,4% de las chicas. En cuanto a las víctimas eran el 19,25% de los
chicos y el 13,8% de las chicas.

(11) Así pues, el 27 de diciembre de 2010 el Director de la
AEPD, Artemi Rallo, compareció ante la Comisión Constitucional del Congreso de
los Diputados advirtiendo del peligro de la privacidad de datos por el uso de
Internet, sobre todo por la expansión de las redes sociales, la comisión de
infracciones y sanciones al respecto, pronunciándose como sigue a continuación:
«Respecto a la difusión de imágenes en Internet y, en particular, el fenómeno
«You Tube»», ha recordado «que todos debemos respetar el derecho de
las personas a que su imagen no se difunda universalmente en Internet sin su
consentimiento», y, por ello, ha dicho, «si no se cuenta con el consentimiento
de las personas cuyas imágenes son captadas y difundidas se incurre en una
infracción grave de la LOPD». Rallo ha recordado que recientemente la Agencia
ha adoptado la primera resolución en este ámbito, referida a la difusión de
imágenes en la calle Montera por Internet, para la cual ha contado con la
colaboración de los prestadores de estos servicios y de operadores de
telecomunicaciones para poder identificar a los autores de estas infracciones,
por lo que ha advertido «que debemos ser conscientes de que el uso de estos servicios
en Internet no garantiza ni protege el anonimato de quien las difunde». Además,
ha añadido que existen otras actuaciones en marcha sobre conductas vejatorias a
menores o peleas entre grupos juveniles.