Cómo ser más eficiente y agradecido en el trabajo que a veces ya no soporto

Dr. Manuel Posso Zumárraga

P ROBABLEMENTE USTED HA ESCUCHADO la vieja historia del analista de personal de la SENDA que tuvo que efectuar un estudio en el IESS para reclasificar a tres servidores de un mismo departamento que aparentemente estaban trabajando en un proyecto integrador (mensajero – ventanillero y jefe).
El analista de la SENDA pregunto a uno de los servidores del IESS¿ cuales eran las funciones que desempeñaban.
El primer servidor (mensajero) tal vez el de más bajo nivel le dijo: «hago la limpieza de la oficina del jefe».
El segundo servidor le respondió «me gano la vida como ventanillero»; y,
El tercero (jefe tecnócrata) le manifestó: «Estoy salvando al IESS».
Casi siempre que se cuenta la historia se lo hace para alabar al tercer servidor, porque se puede ver «salvar al IESS en tiempos de crisis» es un propósito muy loable. verdad.
Se puede decir algo del primer servidor (mensajero, de la limpieza) su trabajo puede ser monótono, rutinario, diario y resulta difícil encontrarle un propósito sin embargo por monótono o rutinario que sea se necesita hacerlo. Por eso creo que las personas merecen alabanza cuando cumplen las tareas. Por más simples que parezcan todas ellas tienen su propósito.
El segundo servidor que dijo: «Estoy ganándome la vida de ventanillero» merece ser alabado también. El trabajo de atender al público aunque aunque usted no lo crea, requiere de una gran dosis de paciencia, mística de servicio y don de gentes, pues el trato que recibe del usuario desahogan sus estados de ánimo, sus tres y de hecho se necesita mucho aguante.
El analista de la SENDA volvió al mes de su primera entrevista con los servidores, con un zendo informe evaluatorio que casi siempre tiene sus dedicatorias; y, de los tres entrevistados encontró solamente a los dos primeros; es decir, al de la limpieza y al ventanillero. Al tercero, el que le dijo que «estaba salvado al IESS» no aparecía por ningún lado.
El analista preguntó ¿qué paso con esta persona con el propósito elevado y noble?. Una de las «secres» bien despachadita y atenta le respondió ¡oh! el señor Director tuvo que despedirlo.
¡Tuvo que despedirlo! por qué un Director en sus cabales despediría a una persona así, un servidor tan noble, con una visión de lo importante que es salvar al IESS?, por qué despedirlo de un solo toque?; pregunto el analista.
La «secre’ muy gentilmente le explico que el problema fue que en realidad este servidor (jefe) se pasaba «salvando al IESS», pero que con tan mala suerte que la nueva administración lo descubrió que nunca trabajo porque era «sindicalista» o becado.
Sin alusiones personales, el ser sindicalista no es ningún crimen y merece ser alabado, dijo el analista, pues el buen dirigente de base es quien defiende a las bases, al derecho de libre asociación, a su estabilidad, a su familia y esos no son motivos malos o ilegales, claro está. siempre que no se aprovechen de su condición de dirigente en su beneficio personal, y que aún en muchas instituciones públicas y privadas existen compañeros que merecen ser elogiados.

Moraleja

Esta historia muy verídica por cierto, y que no solamente sucede en el IESS sino a nivel de todo el sector público y aún en el privado, nos trae varios mensajes:
El «trabajo» es bueno desde el punto de vista de mantener el amor propio, sirve para proveer recursos económicos para el servidor y su familia.
Sin embargo la mayoría de personas que dependen de un trabajo asalariado, para proveer de los medios de subsistencia anhelan también en poseer una fortuna inesperada, sueñan talvez con que llegue esta fortuna en la forma de una lotería, de un juego de azar o de la herencia de un pariente rico, lejano o desconocido. Casi todo el mundo sueña con sacar provecho de alguna estratagema para enriquecerse de la noche a la mañana sin trabajar, ¿será que nacimos cómodos? no lo creo.
Pero, para la mayoría, la realidad no tarda en hacerse sentir, el reloj suena y nos despierta de un sueño demasiado breve, y nos levantamos presurosos y nos dirigimos «al trabajo que ha veces no soporta».

Valorar el trabajo

Sin embargo piense usted estimado lector en quien no tiene trabajo o lo perdió, solo allí valorará el sentido propio de su trabajo. Empero usted puede visualizar mas allá de su puesto de trabajo, a la persona que finalmente recibirá el beneficio de lo que usted en su oficina está haciendo. Esa o esas personas verdaderamente dependen de usted y en su caso tiene el privilegio de servir al usuarios interno y externo (Asegurador y Empleador).
Por otro lado, no hay necesidad de engañarnos, estoy de acuerdo con usted, en que algunos trabajos en la burocracia no solo parecen carecer de porvenir, sino que no tienen porvenir, son rutinarios, carecen de significado y aparentemente no benefician a nadie, más allá del siguiente nivel administrativo.
Sin embargo, en la historia antes narrada hasta las tareas más difíciles o menos agradables como las de limpieza o atención al público proporcionan algo por lo cual debemos estar agradecidos al señor, no al jefe, no al político. Y solo para usar el ejemplo mas obvio, «aún las personas que dependen de su empleo solo para poner pan en su mesa, ropa en su cuerpo y un techo sobre su cabeza», deben estar agradecidas «por tener un trabajo que ha veces ya no soporta