¿El Efecto Robin Hood como causa o derivación del
Estado de Necesidad?

Autor:
Ab. José Sebastián Cornejo Aguiar.[1]

A fin de determinar si el efecto Robin Hood es o no
una derivación del estado de necesidad es preciso tener en claro que a partir
del siglo XVI, Robin Hood quedó establecida como una de las obras más conocidas
del folklore inglés, en donde se muestra el prototipo del bandido generoso, que
es en esencia, un rebelde que defiende al pueblo humilde contra los abusos de
una nobleza despótica; efectuando acciones como robar a los ricos y poderosos
para repartir el botín entre los pobres e indefensos.[2]

Buscando de alguna manera hacer la guerra a quien
impone en nombre del Estado una ley arbitraria, inhumana e injusta, ya que se
evidencia que la actuación de Robin Hood de alguna manera busca conceder
justicia.[3]Sin
embargo, Robin Hood es calificado de bandido por las autoridades civiles y
eclesiáticas; pero cuanto más le persigue el Estado, más le favorece el pueblo.
[4]

En donde el debate central de esta obra se refiere
al tema de Robin Hood como sinónimo de la libertad, y lucha contra el conflicto
entre individuo y Estado que pone de manifiesto, esta leyenda.[5]

Lo cual nos conlleva a pensar a ciencia cierta que
esta obra sin lugar a dudas implícitamente nos está dando a entender que a lo
largo de la historia, los villanos, ya sean reales o imaginarios, han tenido
funciones útiles para la sociedad en ciertas ocasiones y a menudo han actuado
como válvulas de seguridad para aliviar las presiones sociales.

Tal como lo manifiesta Richard Clouet, en su
artículo denominado ?ROBIN HOOD: DE
LEYENDA A MITO CULTURAL?,
cuando acertadamente indica que: ?Esta es probablemente
la razón por la que muchos «villanos» han sido definidos como «bandidos
sociales», término utilizado originalmente por Eric Hobsbawm para referirse a
un forajido quizás mejor ejemplificado por el personaje de Robin Hood en la
tradición inglesa. Este bandido social, admirado por todos y en todas partes,
que roba a los ricos y reparte el botín entre los pobres, actúa al margen de la
ley y personifica asimismo la resistencia a la opresión social y una serie de
virtudes más personales. [?]?[6]

Lo cual nos conlleva a pensar si esta actuación que
para la mayoría de los ciudadanos según narra esta obra sería vista como una
manera de hacer justicia, estaría o no justificada bajo la denominación del
estado de necesidad, debiendo recordar que en términos de Latimer cuando se
refiere a las
mentalidades de la sociedad medieval determina que: ?[?] Robin Hood era un ser amenazador,
inquietante y, sobre todo, un disidente despreciable. Su memoria y su figura iban
acompañadas de discursos sobre disidencia, pues se decía que alejaba a los
feligreses de los buenos hábitos católicos. Alrededor de 1530, un domingo que el obispo
Hugh Latimer efectuaba una visita a una parroquia, se sorprendió al encontrar la
iglesia vacía porque tanto todos los feligreses como el cura párroco habían dedicado el
día a otro menester: actuar en la cabalgata de Robin Hood.?[7]

Dándonos a entender que esta leyenda que
se ha formado alrededor del héroe de los cuentos medievales ingleses, y que hoy
en día todos conocemos, como Robin Hood, quien era un hábil arquero, defensor
de los pobres y oprimidos, y que vivía escondido en el bosque de Sherwood.
Robaba a los ricos para distribuir su botín entre los pobres y las víctimas del
poder, luchando contra el príncipe Juan sin Tierra, quien abusaba de su autoridad,
nos conlleva a pensar si todos estos actos aparentemente heroicos deberían o no
estar justificados por lo que se conoce como estado de necesidad.

Siendo necesario previo a dar respuesta a este
postulado indicar el concepto de la
criminología, mismo que para Hilda Marchiori: ?[?] es una disciplina
científica e interdisciplinaria que tiene por objeto el estudio y análisis del
delito, de la pena, delincuente, victima, criminalidad, reacción social
institucional, cultural y económica a los fines de la explicación, asistencia y
prevención de los hechos de violencia [?]?[8]

A
fin de poder ir descartando si la actuación de Robin Hood se debía o no algún
elemento de los configurativos de la criminología antes enunciados, ya que partiendo
de este concepto, se puede tener en claro, que la criminología, es una ciencia,
que estudia el delito, por ende se debe enfatizar además en la prevención del
mismo, así como el tratamiento que se les debe dar tanto al delincuente como a
la víctima, concepto, que ha ido variando, con el pasar de los años, dando
lugar, a que surja la criminología mediática, misma que hace referencia a los
estereotipados, basándose en una interacción social definida por obviedades, ya
que construye un concepto de seguridad del todo particular, abarcando la
prevención, con un impulso vindicativo, en contra de los que aparentemente son
peligrosos.[9]

Estereotipo que de alguna manera si en
ese tiempo existirían los medios de comunicación se construiría en razón del
poder introyectivo de la criminología mediática, en razón de que este caso
sería replicado una y otra vez por varios personas y medios de comunicación
respecto a las actuaciones realizadas por Robin Hood, teniendo criterios
divididos para unos sería claro que este es un ladrón mientras que para otros
sería un héroe; no obstan de alguna manera las actuaciones de Robin Hood,
denotan que él de alguna manera luchaba contra los ricos, a fin de buscar
conseguir igualdad y darles lo necesario a los pobres.

Generando así de esta manera un
estereotipo claro de que Robin Hood para los ricos es un ladrón y un
delincuente; mientras que para los pobres es un héroe y salvador, que tiene un
propósito definido, en razón de que sus actuaciones fueron divulgadas en
diferentes entornos sociales, en donde ya se daba por sabido de que él actuaba
de tal forma.

Configurándose lo que para Norberto
Tavosnanska cuando se refiere a lo enunciado por Eugenio Raúl Zaffaroni en su
trabajo Criminología Mediática, a que en la actualidad los medios de comunicación
masivos juegan un rol fundamental en cuanto a la construcción social que
pretenden difundir, ya que éstos suelen reemplazar fácticamente los organismos
del sistema penal, con resultados no deseados generando en amplios sectores de
la sociedad pedidos de políticas criminales autoritarias.[10]

Mismas que conllevan a creer que ante la
ausencia de una política criminal clara y determinada, los medios llenan ese
lugar manipulando la información y creando a menudo necesidades ficticias o
exageradas.[11]

Como se evidencio en este caso donde
efectivamente lo más probable sin necesidad alguna de analizar los motivos del
porque Robin Hood robaba, o si mediaba o no una causa de justificación este
sería sentenciado aplicando un punitivismo ejemplar.

Que desde toda óptica aparentemente
sería la solución más adecuada no obstante pensemos cuál es la funcionalidad de
las víctimas en este caso lo cual para María Del Pilar Martín Rios, se
entendería que el: ?[?] resurgimiento de la figura de la víctima del delito que,
largamente preterida en pro de una mayor atención prestada al victimario, fue
secularmente condenada al olvido. Venturosamente, esa situación va siendo
progresivamente superada y a la víctima experimenta notables avances en el
proceso de recuperación del papel del que es merecedora.?[12]

En este caso es necesario puntualizar
que las víctimas exclusivamente eran ricos, debiéndose tener en cuenta si la
afectación patrimonial que sufrieron fue o no realmente grave y si estuvieron o
no inmersas en un proceso de victimización secundaria que según
Beristaín esta: ?victimización
secundaria hace referencia a la mala o inadecuada atención que recibe la
víctima una vez que entra en contacto con el sistema de justicia.?[13]

Hecho que se evidenciaría cada vez que se trataba de
capturar a Robin Hood, y no era posible
porque él se ideaba los medios necesarios para evitarlo, siendo oportuno destacar
que la afectación a las víctimas según Miguel Ángel Soria, se entendería
también: ?como
todas aquellas acciones, omisiones y conductas inadecuadas de funcionarios y
empleados públicos que entran en contacto con la víctima, en cualquier etapa
del proceso penal y que le provocan a esta algún tipo de daño físico,
psicológico o patrimonial. [?]?[14]

Lo cual podríamos decir que sin lugar a dudas las
actuaciones efectuadas por Robin Hood, trajo consigo afectación a las víctimas
no solo en el patrimonio de las víctimas sino también en aquellas acciones u
omisiones que no permitían que el sistema penal funcione adecuadamente y lo
castigue por las actuaciones cometidas.

Dándose a entender que él debía responder penalmente
por sus acciones cometidas; no obstante es procedente analizar si él era el
único beneficiado de las acciones cometidas o si los robos tenían otra razón de
ser.

Y es allí cuando amerita el estudio de si se configuraría
o no el estado de necesidad justificante y si nos encontramos o no ante una
situación similar al ejemplo propuesto por Cousiño
Mac Iver, en su obra ?Derecho penal
chileno, Parte General II
?, cuando expresa el caso del: ?padre de familia paupérrimo
que sustrae de la vitrina de una farmacia una caja de aspirinas para combatir
la elevada fiebre que aqueja a su mujer.?[15];
o el caso de ?liberar de la prisión a terrorista condenado para salvar la vida
de un rehén.?[16];
o el del ?farmacéutico que, en lugar de bicarbonato de sodio, entrega por
equivocación cianuro a un cliente y que, advirtiendo su error cuando éste ya se
ha retirado de la farmacia, utiliza sin permiso el automóvil del vecino para
impedir a tiempo que el comprador ingiera el veneno.?[17]

Siendo necesario analizar si era tan imperante
realizar los robos efectuados por Robin Hood, como los ejemplos antes
enunciados a fin de que se configure o no el estado de necesidad.

Teniéndose en consideración que Robin Hood no es
cualquier ladrón; sino que más bien se trata de un ladrón que se niega a
someterse, además de que es generoso ya que según su leyenda roba a los ricos
para dar a los pobres y emplea la violencia con moderación.

Lo que le da la figura de un buen ladrón; sin
embargo para los ricos, que son quienes sufren su ataque es visto como una
persona cruel, egoísta, tramposo, que mantiene un control total sobre sus
seguidores.

En otras palabras, el mito de Robin Hood
se ha adaptado a cada época, y ha evolucionado según los contextos sociales y
políticos, en donde sin lugar a dudas existe un conflicto de clases que
conlleva a esta pugna.

En donde bajo ninguna óptica sería
justificable la actuación de una persona que robe, ultraje, y daño a un
conglomerado de individuos solo por su posición económica aduciendo que el robo
es para repartirlo entre los más pobres, es más ni siquiera cabria el análisis
del principio de insignificancia o bagatela de acuerdo a la cantidad sustraída.

En razón que el estado de necesidad sólo
puede justificar los comportamientos que son de hecho lesivos al bien jurídico
de terceros, siempre y cuando sea imperante la injerencia agresiva del primero
o la visualización de que es sumamente imperante efectuar una acción que
conlleva una sanción penal como un único caso ya que si yo no la efectuó el
daño al bien que pretendo salvaguardar seria irreversible, es por ello que la
realización de una acción conjurante debe ser típica y, por ende, humana.

La misma que no podría aplicarse a este
caso ya que siempre se efectúan los ataques a un grupo que son los ricos, es
decir se convierte en una actuación habitual, lo cual ya pierde el sentido
irrestricto del estado de necesidad ya que este de alguna manera nos da
entender que debe ser la última opción; tal es así que si efectuáramos una ponderación de los «bienes jurídicos
tutelados», siempre resultará preponderante la vida con respecto a la
integridad física y a la propiedad; sin embargo, hay situaciones en las que una
mera comparación de bienes es insuficiente para determinar la importancia de
ciertos intereses que para la sociedad tienen relevancia singular y que, por
ende, deben prevalecer.

Además de que no queda justificado si la
actuación del robo era plenamente necesaria ya que si Robin Hood no efectuara
esta conducta delictiva los pobres quienes eran beneficiarios del robo morirían
por falta de recursos.

Otro aspecto que tampoco se evidencia es
el comportamiento delictuoso del propio agente, en este caso de Robin Hood se
encontraba en un estado peligroso en el sentido jurídico penal puntualizado;
que este consiste en que el sujeto estaría obligado a soportar las consecuencias
de su actuar de tal forma solo para tutelar su bien jurídico protegido, o este
siempre actuaba a favor de terceros y nunca el producto del robo le servía para
su subsistencia.

Por lo cual tampoco configura un peligro
la representación de quien realmente se ve constreñido por un mal inminente no
desvalorado como tal por la comunidad jurídicamente organizada.[18]

En tal sentido lo único que se infiere
es que existe un sinónimo de temor para quienes son víctimas del robo; y un
sinónimo de ayuda para quienes son beneficiarios del robo; quedando claro que
esta conducta pese a ser considerada como un acto heroico por parte de los
beneficiarios no debe ser justificada bajo el estado de justificación; ya que
recordemos que cada uno de nosotros decidió ceder parte de nuestra libertad
para que esta sea administrada por parte del estado el mismo que mediante la
delimitación de conductas en este caso plasmadas en códigos o leyes ha fijado
las sanciones correspondientes frente a la transgresión de las mismos,
delimitando de igual manera cuales son las causas de justificación o de
exclusión de la antijuridicidad conforme lo enuncia nuestro Código Orgánico
Integral Penal, las mismas que deben cumplir con cada uno de sus presupuestos
configurativos a fin de ser plenamente aplicables, en tal sentido podría
concluir indicando que este ejemplo de esta historia es interesante para
analizar las conductas heroicas pero que en ciertos casos estas no
necesariamente deben estar justificadas, ya que favorecen a unos pero
perjudican a otros.



[1] Abogado, conferencista y escritor.

Correo: [email protected]

[2] Arturo
Souto Alabarce y Monserrat Alfau, Robin Hood (México: Porrúa, 2004).

[3]
Ibid.

[4]
Ibid.

[5]
Ibid.

[6] Richard Clouet, «?Robin Hood: De Leyenda A Mito
Cultural», Revista de Filología, 34;, 2016.

[7]
Latimer, Hugh, Seven Sermons before Edward vi. (Londres:
Murray, 1869).

[8] Hilda
Marchiori, Criminología: teorías y pensamientos (México, D.F.: Editorial
Porrúa, 2004)., p.3

[9] Eugenio
Raúl Zaffaroni, La palabra de los muertos: conferencias de criminología
cautelar
, 1. reimpr (Buenos Aires: Ediar, 2011).

[10] Tavosnanska,
Norberto, Los códigos de los más media en el tratamiento de los temas
criminales.
, N° 8 vols. (Buenos Aires: Revista Jurídica del Centro de
Estudiantes de Derecho y Ciencias Sociales, 1996)., p.18-19.

[11] Norberto
Tavosnanska, Seguridad y política criminal (Buenos Aires: Editorial
Cathedra Jurídica, s. f.).,p.32.

[12] María
Del Pilar Martín Ríos, «La reparación a las víctimas del delito por parte del
Estado: análisis del caso español», Revista di Criminologia, Victtimologia e
Sicurezza
Vol . II-N°3 (2008)., p. 89.

[13] Beristain,
Antonio., Criminología y Victimología. (Colombia: Leyer, 1999).

[14] Miguel
Ángel Soria., Psicología de la victimización criminal, en Psicología
criminal.
(España: Pearson Prentice Hall, 2005)., p. 256.

[15] Cousiño
Mac Iver, Luis, Derecho penal chileno, Parte General II. (Santiago de
Chile, 1979)., p. 359.

[16] Jescheck,
H.-H, Tratado De Derecho Penal. Parte General.

[17] Cabral,
Luis, Compendio de Derecho penal, Parte General., 1987., p. 111.

[18] Cfr.
Córdoba Roda, Juan y Rodriguez Morullo, Gonzalo, Comentarios al Código penal,
I, Barcelona 1976, p. 277; Mir. Puig, Santiago, Derecho Penal. P.G., Barcelona
1985, p. 392 y ss; Wessels, Johannes , Derecho penal, Parte General, Buenos
Aires 1980, traducción de la 6a. ed., por Conrado A. Finzi, p. 89.