El profesional del Derecho en la nueva sociedad tecnológica

Dr. Jorge W. German R.

S I AFIRMAMOS QUE LA INFORMÁTICA no es sólo un vehículo metodológico imprescindible para elevar el nivel docente del derecho y el aprendizaje de los alumnos sino un nuevo instrumento de poder, que ha permitido manejar la información, no solo como concentración de la misma en la mente, lograda mediante la fatigosa y paciente búsqueda en libros para, en cambio ser recogida en unos pocos segundos de tiempo, la antiguamente necesaria concentración del conocimiento en la mente pierde importancia en favor de la exigencia de adaptarse al conocimiento acumulado, cuando como lo afirma certeramente el profesor Eberhard Lammert, de la universidad libre de Berlín, «la era del nuevo deseo de descubrimiento ha sido reemplazada por una era en la cual la primera exigencia es la de responsabilidad en el uso del material del conocimiento autogenerado, razón para que tres cosas hayan adquirido una importancia preponderante en la educación. El talento para un interrogatorio inteligente; la destreza para una selección cabal entre la multiplicidad de conocimiento asequible, en la búsqueda de una respuesta; y, último, la aptitud para decidir en torno de la aplicación responsable de aquel conocimiento».

Responsabilidad intelectual y ética en el manejo de la información

Luego, el primer problema que la misma enseñanza de la informática postula al profesional del derecho, está ligada a la responsabilidad intelectual y ética en el manejo de la información, que es una de las tareas prioritarias en la praxis y compromiso social y que está vinculada estrechamente con la segunda, o sea, con la reconstrucción y recuperación del nuevo humanismo tecnológico, pues en la medida en que se empeñe en controlar, a través del instrumento jurídico, que el pensamiento surgido al poder informático, prevalezca sobre el hombre y lo degrade, el derecho en general, será cada vez más el fundamento útil para la coexistencia. Hoy, más que nunca, el futuro abogado, tiene que asumir una función pública y esa función, en cuanto afecta a la mejor estructuración del Estado, se llama Función Política, pues es adivinable que un hecho montado sobre un sistema que se valga de la técnica contemporánea puede ser tac temible como un ataque nuclear.

Tarea crítica sobre las leyes

Una tercera misión de responsabilidad con la cual es imperioso formar al jurista de esta época, es una tarea crítica sobre las leyes, que es inherente al quehacer del Abogado, pues de lo contrario se mecanizaría. Precisamente, para luchar contra esa invasión tecnológica negativa hay que admitir la necesidad de humanizar al colega Abogado y esta humanización se produce a través de dicha función crítica.

Análisis correcto de las relaciones informática-intimidad-derechos humanos

Una cuarta tarea que le es inherente, como profesionales la de asumir un compromiso de lucha para evitar que ese gran desarrollo tecnológico produzca una modificación del poder en una sola dirección, para ser monopolio de unos grupos y no patrimonio de toda la población.
Al respecto señala Spiros Simits, ex-procurador para la informática en la República Alemana, que la tecnología puede convertirse en un vehículo de enorme potencialidad para hacer efectivas las reglamentaciones más avanzadas de la política social. Se trata, por tanto, de asegurar el control democrático y el ejercicio social de la tecnología informática, impidiendo a la vez, que ella pueda convertirse en una verdadera amenaza al derecho, a la intimidad y, en general, a la personalidad. En otras palabras, es preciso llegar a un análisis correcto de las relaciones informática-intimidad-derechos humanos, asentado sobre el principio de que la libertad e igualdad, individuo y colectividad no constituyan opciones excluyentes, o sea, para fraseando una ya clásica expresión de Ortega, diríamos que el gran tema socio-político y jurídico de la sociedad tecnológica, es hacer posible la igualdad en la libertad y la libertad en la igualdad, lo que puede propiciar o inhibir el pensamiento informático con las consecuencias que en uno u otro sentido, se deriven de esa opción para las instituciones democráticas de los pueblos comprometidos, a través de sus profesionales del derecho, en esa lucha, permanente.a en la mente, lograda mediante la fatigosa y paciente búsqueda en libros para, en cambio ser recogida en unos pocos segundos de tiempo, la antiguamente necesaria concentración del conocimiento en la mente pierde importancia en favor de la exigencia de adaptarse al conocimiento acumulado, cuando como lo afirma certeramente el profesor Eberhard Lammert, de la universidad libre de Berlín, «la era del nuevo deseo de descubrimiento ha sido reemplazada por una era en la cual la primera exigencia es la de responsabilidad en el uso del material del conocimiento autogenerado, razón para que tres cosas hayan adquirido una importancia preponderante en la educación. El talento para un interrogatorio inteligente; la destreza para una selección cabal entre la multiplicidad de conocimiento asequible, en la búsqueda de una respuesta; y, último, la aptitud para decidir en torno de la aplicación responsable de aquel conocimiento».