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Escuelas psicológicas y su aporte al campo del Derecho

Dr. Fabián Mensías Pavón
CATEDRATICO UNIVESITARIO DE LA UCE
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E STUDIOS DE LAS CIENCIAS PSICOLÓGICAS han descubierto técnicas distintas que les han permitido llegar a diversas concepciones para la descripción comprensiva de los hechos y leyes de la vida mental, originando distintas escuelas psicológicas, cada una de las cuales merece atención. El aporte de estas corrientes psicológicas ha sido sumamente fructífero al campo del Derecho.
Entre las principales escuelas psicológicas tenemos:

TEORIA PSICOANALITICA DE SIGMUND FREUD (1856-1939)

«Yo no soy realmente hombre de ciencia, ni un observador, ni un experimentador, ni tampoco pensador. No soy nada más que, por temperamento, conquistador, aventurero se traduce la palabra, con la curiosidad, la audacia y la tenacidad que le son características a esta clase de seres».

Este epílogo fue escrito por el teórico de la personalidad más famoso que el mundo ha conocido, S. Freud quien revolucionó la manera de entender el desarrollo de la personalidad.
El psicoanálisis nació en Viena. Freud fue el tercer hereje de la historia que alteró radicalmente la imagen que se hace de si mismo por medio de la lógica. Copérnico, en 1543 consagro el concepto de que la Tierra es el epicentro del universo. Darwin, en 1859, estableció el concepto de la creación del hombre de manera independiente de los animales y de su posición privilegiada en el plan de vida. Estos genios han dejado un legado de tres adjetivos descriptivos: copernicano, darwiniano y freudiano.
El psicoanálisis es un término que se utiliza para designar, en primer término a un método; en segundo término, a una nueva psicología; en tercer lugar, a una terapia.
En la primera década del siglo, Freud había trazado las líneas fundamentales de sus concepciones, que pueden resumirse así:

ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD

El psiquismo humano está formado por tres sistemas y tres instancias. Los sistemas son:

El Consciente, es darnos cuenta, es el momento actual.

El Preconsciente, es lo que podemos traer al consciente con un simple acto de voluntad.

El Inconsciente, comprende todo lo que si bien jamás llegará a la conciencia permanece latente, dinámico, influyendo en la personalidad. Freud demostró que existe un inconsciente dinámico, activo, gobernado por leyes propias. Además entre lo inconsciente y consciente existe una censura que tiende a mantener reprimido, lo que puede provocar ansiedad o angustia al ocupar el foco de la conciencia.
El inconsciente, en la Teoría Psicoanalítica, es la parte más importante del psiquismo, es el lugar a donde van a dar todas las cosas inútiles, traumáticas o dañinas, es una especie de basurero gigante donde se deposita aquello que nos avergüenza, nos molesta o nos angustia.
Las vivencias no desaparecen, no se «olvidan», van al inconsciente y viven ahí con gran dinamismo. Además hay un «pensamiento» y un «sentimiento» inconscientes.
Este descubrimiento abrió un mundo para la exploración de la criminología: todo delito tiene una motivación inconsciente, profunda, desconocida aún para el mismo criminal.
A las instancias las denominó el ello o id, yo o ego y superyo o superego.

El Ello está presente al nacer. Está constituido por un conjunto de impulsos instintivos como el hambre, la sed y la sexualidad, a las cuales Freud llamó instintos de vida, alimentados por una forma de energía llamada libido. Al instinto de vida lo llamó Eros. Al instinto de muerte lo denominó Thánatos, responsable de la agresión y destrucción. El ello demanda recompensa inmediata y actúa mediante el principio del placer.

Para Freud estos instintos de vida y muerte son la base de todo comportamiento humano a lo largo de toda la vida. Cada instinto consta de una necesidad corporal (en el hambre, la necesidad es el déficit nutritivo) y un deseo psicológico (un deseo de comida). La necesidad da lugar al deseo, y el deseo dirige la conducta.
El instinto de muerte, Thánatos, lleva a destruir, a matar, a delinquir.
Así surge la primera explicación psicoanalítica del crimen: se trata de un predominio de Thánatos sobre el Eros, de la muerte sobre la vida.

El Yo, es «una parte del ello modificado» y está en contacto con el medio ambiente; se va formando al desarrollarse el individuo y se rige por el principio de la realidad.
El Yo es la organización coherente de todos los procesos psíquicos; representa la razón, la sensatez e integra la conciencia; califica todos los pasos que le suceden al sujeto, tiene a su cargo la censura onírica; del yo parten las inhibiciones de ciertas tendencias anímicas y de él provienen las resistencias del paciente durante el análisis.

El Super Yo sigue el principio del deber , se le atribuyen las funciones de autocrítica, aceptación de normas y formación de ideales. Opera mediante el principio de perfección.
El super yo procura que el niño interiorice los conceptos de bueno o malo para que pueda controlar su propia conducta de acuerdo a su criterio sobre si una acción es buena o mala.
Si el super ego consigue demasiado éxito en sus demandas, tenemos una personalidad rígida e inhibida. Si fracasa totalmente, surgirá una personalidad antisocial.

La primera hipótesis psicoanalítica en materia criminológica fue que el criminal era un hombre desprovisto de Super Yo. Luego se comprobaría que muchos criminales están lejos de carecer de Super Yo, al contrario, hay algunos que tienen una hipermoral justiciera.