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fases intrapsíquicas de la acción delictiva

Dr. Fabián Mensías Pavón
PROFESOR DE PSICOLOGIA JURIDICA UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR – UNIVERSIDAD SEK INTERNACIONAL – MIEMBRO DE LA SOCIEDAD IBEROAMAERICA DE PSICOLOGIA

JURIDICA

E L ACTO DELICTIVO REPRESENTA PARA EL JURISTA todo un material de estudio; para el psicólogo, no es más que una fase explícita en que culmina y se descarga un proceso psíquico de paulatina carga delictógena, cuyos momentos iniciales se remontan en el pasado individual.

Todo delito pasa por diversos estadios intrapsíquicos que pueden ser o no conscientes.
Las circunstancias inherentes al sujeto son independientes del delito, inclusive pueden ser anteriores al mismo. Son las llamadas «circunstancias subjetivas» que se refieren a condiciones anímicas que movilizan la acción en un momento dado. Para entender el proceso del delito tomemos como ejemplo a una persona hambrienta que contempla un oloroso pan en una vitrina:

El delito se inicia con las siguientes fases:

1. La Tendencia. – En esta primera fase surge a veces difusamente o con precisión la idea delictógena, están presentes en el pensamiento la finalidad y objetivos prohibidos pero logrables para poner en marcha el proceso delictógeno. Surge primero lo que los escolásticos llamaban la tentación.

2. El Deseo.- Es impulso a la satisfacción de una necesidad. En esta fase, la tendencia cobra fuerza y claridad del objeto prohibido. Al sujeto empieza a gustarle la idea.

3. Deliberación Conflictual.- En ésta fase aparece una antítesis. El sujeto entra en una deliberación conflictual, piensa en el pro y contra del delito. La idea delictiva puede ser rechazada o puede ser ejecutada convirtiéndose en un delincuente.Es capaz de sufrir dos procesos: el primero, quedar anulada en el agente; y, segundo, salir de él y proponer a otro el acto delictivo.

En un individuo que se debate entre satisfacer su hambre, cometer el delito de robar el pan o retirarse de allí y postergar una necesidad apremiante para él, seguramente que se impondrá la necesidad instintual, antes que las normas establecidas en la sociedad. Esta situación del robo con rotura de la vitrina, es diferente de aquella en que rompe una vitrina para robar una joya. Las condiciones psicológicas son diferentes. En la apreciación del delito deben tenerse en cuenta estos elementos.

4. Decisión.- Esta fase se denomina también de resolución, porque el sujeto se transforma en delincuente potencial, por tener el propósito de «lo voy a hacer». El sujeto piensa, cuándo, dónde y cómo realizar el acto delictivo, y los medios que mejor aseguren el éxito de la acción.

Esta preparación no siempre es consciente y se efectúa en muchos individuos, una vez formulada la idea y resuelta la duda. Se sienten aliviados de su angustia (catarsis) y satisfechos sin llegar al hecho delictivo. Es importante considerar, estos antecedentes para saber si el delito fue premeditado o no.

5. La Acción o Ejecución.- Es el paso a la ejecución del objetivo propuesto. Es de mucho interés tanto para el psicólogo como para el juez, pues constituye el límite entre el predelito y el delito propiamente dicho.

FACTORES DE LA CRIMINALIDAD

Primero, hagamos una diferencia terminológica, entre la causa y el factor. Cuando analizamos la criminalidad no debemos hablar de causas sino de factores, si analizamos individualmente un hecho criminal, hablamos de la causa que produjo ese efecto en un sujeto determinado. Sin embargo, hay autores que utilizan como expresiones sinónimas, la causa y el factor. A nivel conductual estudiamos los factores: crímino-impelentes y crímino-repelentes; los factores predisponentes, preparantes y desencadenantes y los factores endógenos y exógenos. Estos factores van a favorecer la comisión de conductas antisociales que están calificadas como delitos.

FACTORES CRIMINO-IMPELENTES Y CRIMINO-REPELENTES.

Los factores crímino-impelentes, estimulan una conducta antisocial; mientras los factores crímino repelentes, van a servir como inhibidores. Enunciamos aquella ley que expresa que a toda acción corresponde una reacción; en Criminología, para llegar a la conducta antisocial, tenemos dos hipótesis:

1. Cree que el sujeto tiene activantes comunes, casi normales, pero comete una conducta antisocial porque los inhibidores son muy escasos, y al no tener obstáculo, el sujeto llega a la conducta desviada.

2. Se presenta cuando los inhibidores son varios y suficientes, pero el sujeto está tan activado, tiene una enorme predisposición a la conducta antisocial, que pasa por encima de los inhibidores, los anula, y llega al delito.

Los inhibidores pueden ser jurídicos, políticos, económicos, físicos, morales, religiosos, etc., es más, un mismo factor puede ser al mismo tiempo o en diferentes sujetos un impelente o repelente.

El factor religioso es inhibidor y debe funcionar y operar como repelente, en ocasiones se convierte en un activante. Pensemos en la santa inquisición: los católicos, en nombre de dios, mataron a mucha gente.

Nosotros creemos en la eficacia de los factores crimino-repelentes; por ejemplo, cuando el vértigo de la velocidad (factor crimino-impelente) se apodera de nosotros y vamos a un exceso de velocidad, al ver una patrulla de la policía, inmediatamente bajamos la velocidad. Observamos, entonces como funciona el inhibidor y nos desactiva.

Para un adecuado dictamen criminológico, debemos tener en cuenta tanto factores crimino-impelentes como los crimino-repelentes. La peligrosidad del sujeto sólo puede fijarse conociendo, valorando y comparando ambas fuerzas.

Para el tratamiento es fundamental considerar qué inhibidores se refuerzan y qué activadores deben eliminarse. La terapia no puede reducirse simplemente a desactivar los crimino-impelentes y crear o reforzar los inhibidores.

En ocasiones los factores crimino-impelentes no son eliminables (pensemos en enfermos incurables), hay casos en los que no conviene eliminarlos, pues no todos los activantes son en sí nocivos; así, la agresividad bien encaminada es benéfica, el impulso sexual es normal, etc. En estos casos, toda la energía debe canalizarse hacia algo útil.

Por otra parte, no siempre es adecuado reforzar o crear inhibiciones, pues podemos lograr un efecto contrario al deseado; pensemos por ejemplo que una violenta represión policiaca puede llevar a una escalada de violencia.

La sociedad presiona en tal forma al delincuente, tratando de inhibirlo, que produce el efecto contrario, es decir lo lanza al delito.

Mientras más violentamente es presionado el infractor, reacciona con mayor violencia; y mientras es más violento, la reacción social es peor, llegándose a un mecanismo de retro-alimentación y a una escalada de violencia.

FACTORES PREDISPONENTES, PREPARANTES Y DESENCADENANTES

La comprensión de estos factores nos permite conocer la secuencia seguida hasta llegar a cometer un hecho y saber la dinámica criminal. A los factores criminógenos se los ha dividido de acuerdo a su función, en predisponentes, preparantes y desencadenantes.

Factores Predisponentes.- Predisponer quiere decir disponer anticipadamente algunas cosas o el ánimo de las personas para un fin determinado. Los factores predisponentes son de naturaleza endógena, y pueden ser biológicos o psicológicos.

Factores Preparantes.- Estos factores son generalmente exógenos, vienen de afuera hacia adentro, como la provocación en una pelea, el alcohol, etc.

La influencia del alcoholismo en los delitos violentos, es evidente. Este factor realiza una doble función que es importante conocer: acentúa los activantes, además tiene la fundamental característica de aniquilar los inhibidores. Analicemos brevemente.

El alcohol acentúa todos los factores que llevan hacia el crimen, así: el sujeto con unas dosis en su organismo se torna más alegre o más triste si tiene esta predisposición. Si es un sujeto depresivo, al cuarto alcohol ya estará llorando; si es un sujeto agresivo estará deseando pelear. Quiroz Cuaron explica el alcoholismo en tres etapas: la del león que siempre es el todo poderoso, la del mono que es gracioso, y la del cerdo en el suelo.

El alcoholismo en la primera etapa, acrecienta su natural agresión, aumenta el instinto sexual; a la tercera dosis se siente mucho más excitado e incitado a todos los niveles. Desaparecen, al mismo tiempo, los inhibidores: el sujeto puede realizar cosas que jamás haría en público: es capaz de hacer un strip-tease, o manejar a 120 kilómetros por hora, porque ya no hay freno, ha perdido sus inhibidores.

El alcohol es factor preparatorio del delito en razón de la conocidas alteraciones psicosomáticas que produce, a saber: fallas en el sistema perceptivo, obnubilamiento en la ideación, deficiencias en la capacidad atentiva, hiperemotividad, y, en general, relajamiento paulatino de los frenos inhibitorios con el consiguiente aumento de la agresividad.

Factor Desencadenante.- Este factor precipita los hechos, es el punto final del drama. Es la gota que derrama el vaso; en ocasiones, puede ser el más absurdo o el más desconcertante. Por desgracia, este factor es el que más se tiene en consideración, igual que la opinión pública. En ocasiones los jueces lo utilizan principalmente para sus decisiones.

El factor desencadenante puede ser interno o externo, la agresión verbal o física, el «corto circuito» de un cerebro dañado, la muerte de un ser querido, la alucinación del psicótico, etc. Analicemos un ejemplo:
Un trabajador, pequeño, inteligencia normal, soltero, vivía solo con su madre, introvertido, de buen humor, muy tranquilo, su trabajo consistía en anotar quién entraba y quién salia. Había también un trabajador que contrastaba con él (alto), todos los días entraba y le daba una palmada en la nuca diciendo: Buenos días, enano.

El día anterior al crimen, este trabajador le pidió a su novia matrimonio; la novia, reacciona burlándose de él; su respuesta es: «Cuando crezcas me avisas y es posible que me case contigo», y se va riendo. El individuo se siente defraudado, pasa la noche bebiendo, llega sin dormir al trabajo y muy temprano empieza a pasar lista a los que llegan, con un total automatismo. Al llegar, el corpulento sujeto le saludó en forma habitual con un golpe en la nuca. El hombre responde atacándole y asesinándole. En la crónica roja se destaca el escándalo periodístico: «Salvaje trabajador mata a su compañero por decirle enano». Analizando los factores, vemos que nuestro sujeto había llegado a su límite; bastaba un pretexto para hacerlo explotar y la víctima fue el sujeto que tuvo la mala suerte de desencadenarlo.

El factor desencadenante es mínimo: una broma cotidiana que, en este caso, no fue soportada, y produjo una reacción desproporcionada.

DINAMICA

Si un sujeto tiene una escasa predisposición criminal, necesitará de una enorme preparación para el delito, así: un sujeto con una pequeña predisposición (normal) de camino a su casa, es asaltado por un grupo de delincuentes, el factor desencadenante es tan intenso, que el sujeto reacciona con una conducta que, en principio, puede ser antisocial. En contraste, un sujeto con excesiva predisposición al delito, un criminal psicópata, que va a una cantina, se toma un par de tragos (factor preparante), se siente «muy hombre», en esos momentos entra un sujeto que le queda mirando sin quererlo ofender. El psicópata reclama por la mirada y va a la agresión. La reacción es brutal ante el factor desencadenante que, en este caso, es mínimo.

FACTORES ENDOGENOS Y EXOGENOS

Los factores criminógenos se dividen en dos: factores exógenos y factores endógenos. Los factores exógenos son aquellos que se producen fuera del individuo. Los factores endógenos, son aquellos que están dentro del individuo y se encaminan hacia afuera.

A los factores exógenos, Ferri los denominó telúricos (temperatura, lluvia, precipitación pluvial, fases lunares, terremotos, temblores, ciclones, etc.).

Tenemos los factores sociales: la familia, barrio donde se vive; si la familia está integrada o desintegrada, cuántos hijos tiene, la pandilla con la que el sujeto se reúne, clase social a la que pertenece. etc.
Igualmente influyen los factores sociales, el medio donde vive el sujeto antisocial, y cómo influyó la sociedad en conducirle al delito, su ambiente cultural y económico; debemos estudiar a su familia, si está integrada o no, cómo es su biografía, cómo ha vivido, qué posibilidades de satisfacer sus necesidades tiene, dónde trabaja, etc. Cuando terminemos de realizar éste estudio, podremos decir por qué cometió ese sujeto un hecho antisocial, y decir que tan responsable es. Mientras tanto no hacemos justicia, ni podremos jamás aplicar una sanción. El estudio criminológico del sujeto debería ser previo a la sanción, no posterior. Dentro de los trastornos de la personalidad, los que presentan mayores rasgos de peligrosidad son: los paranoides, esquizoides, esquizotípico, límite e histriónico.

PELIGROSIDAD

Los que sufren de estos trastornos de personalidad pueden ir desde el excéntrico inofensivo hasta el asesino de sangre fría. En los últimos años se ha estimado que por lo menos la mitad de los que buscan ayuda para un problema psíquico exhiben señales de esta clase de trastornos.

Garófalo, (1878) introdujo el concepto de peligrosidad a la Criminología, para después desdoblar el concepto en dos: capacidad criminal y adaptabilidad social.

La capacidad criminal considera a la perversidad constante y activa de un delincuente y la cantidad de mal, que se puede esperar del mismo.

La adaptabilidad social, es la capacidad del delincuente para adaptarse al medio en que vive.

Se reconocen cuatro formas clínicas de estado peligroso, a partir de estos conceptos de Garófalo.

1. Capacidad criminal muy fuerte y adaptabilidad muy elevada. Es la forma más grave (cuello blanco, político, financiero, industrial, etc).

2. Capacidad criminal muy elevada y adaptabilidad incierta. Es la forma menos grave, pues su inadaptación atrae la atención sobre ellos (criminales profesionales, delincuentes marginados, etc.).

3. Capacidad criminal poco elevada y adaptación débil (constituye la clientela habitual de las prisiones, principalmente inadaptados psíquicos).

4. Capacidad criminal débil y adaptabilidad elevada (tienen reacciones ligeras de estados de peligro delincuentes ocasionales y pasionales).

Como podemos observar, en el primer caso presenta un estado peligroso crónico, los dos intermedios un estado peligroso marginal, y el último un estado peligroso episódico.

Podemos decir que la peligrosidad es la potencialidad del agente humano para atentar contra las leyes de la evolución social. Esto justifica las medidas preventivas. A base de una comprobación científica del estado de peligrosidad antes de que se haya cometido el delito. La peligrosidad-causa y la temibilidad-efecto, se miden por los índices psicológicos, biológicos, antropológicos y sociales del individuo, por el análisis de la vida anterior y de la vida posterior al momento de la delincuencia; y por el estado de los móviles, circunstancias y densidad antisocial del delito cometido.

La peligrosidad puede sospecharse a través de la reconstrucción del comportamiento social anterior al crimen, tomando en cuenta aquellas reacciones minuciosas que se ha presentado de una manera repetida, circunstancial, o periódica, desde la niñez del individuo. No se trata, de una anamnesis criminológica, sino de la sistematización de las formas y particularidades del comportamiento social, en función del medio. Este examen, a más de proporcionarnos elementos de estimativa individual, facilita el entendimiento de muchas características sociales, es decir, enfatiza las particularidades del medio.

EL DIAGNOSTICO

El objetivo del diagnóstico psicológico es precisar el grado de peligrosidad del sujeto en estudio. Para llegar al diagnóstico, aparte de los especializados, (médico, social) deben realizarse los diagnósticos parciales, uno de capacidad criminal y otro de adaptación social.

Para conocer el grado de adaptación y de adaptabilidad (o inadaptabilidad) del sujeto, se tienen en cuenta los aspectos dinámicos de la personalidad, así como la situación del sujeto, su status, aptitudes físicas, sensitivas, emocionales, intelectuales, etc.

PRONOSTICO

Generalmente el pronóstico hace referencia a la reincidencia, trata de predecir si un sujeto que ha cometido una conducta antisocial volverá a realizarlo.
En este aspecto es importante manifestar que hay dos tipos de reincidencia, una genérica y otra específica:

1. La genérica , es aquella cuando el reincidente comete una conducta antisocial diferente a la que realizó anteriormente.

2. La específica , es aquella cuando el hecho cometido es el mismo, es similar al primero.

TRATAMIENTO

Es el conjunto de normas y técnicas que se utilizan para reestructurar la personalidad alterada del delincuente y hacerlo un hombre de bien en el núcleo familiar y social. Generalmente al hablar de tratamiento se piensa en tratamiento carcelario, lo que indudablemte es un error, pues debe entenderse que éste es el último recurso clínico. Este debería ser cuando se encuentra en libertad, evitando hasta donde sea posible el encerrar al sujeto. Este debe aplicarse para el diagnóstico y pronóstico, ya que para el estudio del sujeto, no es necesario privarle de libertad. El tratamiento debe ser biopsicosocial.

PSICOLOGIA DEL TESTIMONIO

La psicología del testimonio representa el crisol donde se funden los resultados de la Psicología Experimental y de la Psicología Jurídica. La Psicología Experimental nos ilustra, sobre las diversas alteraciones de los fenómenos psicológicos, aún fuera del campo de la patología mental. Demuestra lo defectuoso del testimonio humano y con que facilidad se comete un error involuntario. Por otro lado, la Psicología Jurídica señala las frecuentes manifestaciones de que se vale la actitud criminal para impedir la búsqueda de la verdad, prueba de esta manera, el falso testimonio. De allí la necesidad imperativa de valorar la psicopatología del testimonio; de su crítica psicojurídica metódica para evitar los múltiples errores judiciales. Al testimonio, se lo ha definido como la narración oral o escrita, espontánea o provocada, acerca de un acontecimiento que se desea enterar o confirmar. El testimonio de una persona en relación a un acontecimiento depende de los siguientes factores:

1. PERCEPCION DEL SUJETO

La forma de comprender los acontecimientos, depende de las condiciones externas e internas de observación. Es decir, nuestras sensopercepciones tienen un componente objetivo y un subjetivo, constituye en si una vivencia, una experiencia psíquica compleja en la que intervienen y se fusionan formando una estructura, una unidad, una «Gestalt». ya que el cerebro no es una máquina fotográfica que registra pasivamente los acontecimientos externos, sino un órgano plástico que bajo la influencia de la afectividad prepara las impresiones que recibe y produce representaciones. El testimonio no es un simple recuerdo, es el cimiento, es el resultado de la creación que incluye un juicio que se ha desarrollado bajo el estímulo de la afectividad.

A. FACTORES QUE INFLUYEN EN LA PERCEPCION:

1. Grado de agotamiento psíquico. Influye en el sujeto perceptor. De ésto depende la precisión y la extensión de la percepción. La capacidad de aprehensión de estímulos varía de acuerdo a las horas del día, existiendo mayor capacidad por la mañana y por la noche disminuye bajo la influencia de la digestión.

2. El hambre produce efectos análogos al agotamiento; con una percepción retardada, debilidad en la atención y retención de recuerdos. Por ejemplo, un obrero que regresa por la noche a su casa fatigado y hambriento, es un mal testigo, ya que pueden ocurrir situaciones importantes sin que las observe debido a que su atención está en el hogar que le espera, para brindarle descanso y satisfacer su hambre.

3. Los hombres somos más aptos para la percepción en general que las mujeres, las mujeres son más minuciosas que los varones para apreciar los detalles.

4. Hay mayor percepción de los términos inicial y final de un acontecimiento son percibidos con mayor precisión y claridad, de las actividades intermedias. Fenómenos que debemos tomar muy en cuenta en el testigo.

5. Las impresiones ópticas son testimoniadas con mayor facilidad que las acústicas ; y el resto de impresiones sensoriales, son reproducidas con gran vaguedad. Por lo tanto, es preferible recurrir a su reconocimiento y no a su evocación.

6. Los datos cuantitativos en relación a testimonios son, en general, más imprecisos que los cualitativos. Hay una tendencia generalizada a sobreestimar los números inferiores a diez y las pausas de tiempo menores de un minuto. En cambio las pausas superiores a diez y los números o espacios grandes tienden a ser subestimadas. En los testimonios de hechos ocurridos pasado los seis años existe la inclinación a cortar el tiempo.

7. En la gente privada de sueño, se observa síntomas fisiológicos leves, como visión doble, manos temblorosas, y un umbral bajo de dolor. Este antecedente es importante averiguar para los fines pertinentes.

8. En la percepción pobre, la evocación disminuye, porque la percepción del hecho fue demasiado débil para producir la impresión suficiente. Esto puede ocurrir por condiciones externas, como el ruido, la obscuridad o alguna otra circunstancia que interfiera la observación. Por eje.: si vemos a un hombre en un automóvil a distancia de unos 20 metros y sólo fue perceptible durante el tiempo que tardó el automotor en recorrer dicha distancia, será difícil recordar qué aspecto tenía ese hombre porque nunca lo vio bien. Y, sin embargo, este tipo de identificación de un testigo ocular, contribuye para declararlo culpable.
9. La percepción pobre, puede deberse también a algún defecto del observador. Puede estar distraído, bajo estrés, no prestar atención, etc. Es un problema, cuando es llamado a testificar sobre un delito, un accidente u otro hecho casual. Este fenómeno es común en la mayoría de la gente, que no recuerda nombres y caras de determinadas personas que les fueron presentadas, porque no prestaron atención.

B. LA AFECTIVIDAD Y SUS EFECTOS EN LA PERCEPCION

1. Catatímia, o predisposición perceptiva. A menudo vemos, oímos, saboreamos, olemos, etc., lo que esperamos o lo que encaja con nuestras ideas preconcebidas. De modo que vemos las cosas como quisiéramos que fuesen, y en determinadas circunstancias las vemos como quisiéramos que no fuesen. Es decir, la catatímia es una deformación afectiva de la realidad, por lo general sobrevaloradas de acuerdo a nuestro estado afectivo. El conocimiento y la forma de nuestras expectativas influyen en nuestras percepciones para juzgar a los demás. Por eje.: dos personas pueden afirmar exactamente lo mismo en igual tono de voz hosco. Si el un sujeto tiene la imagen agradable y el otro como una persona de mal carácter, pensará que el primero está bromeando y que el segundo es agresivo, y su propia reacción emocional será totalmente diferente hacia uno u otro. Este ejemplo es notorio en la familia con los hijos consentidos.

2. Deseo positivo como negativo, (celos) de que algo ocurra puede dar a creer que ese algo ha ocurrido ya. En ambos casos se crea lo que se ha denominado «la sugestión de la espera», en virtud de la cual la conciencia anticipa el tiempo y da por realizado lo que aún no lo ha sido o sólo ha sido en parte. Precisamente por «la sugestión de la espera» se explican los resultados tan diferentes que se observan en los experimentos acerca de la fidelidad del testimonio, realizadas sin previa advertencia del sujeto y con los sujetos que han sido previamente advertidos. Todos los prestidigitadores y los médiums saben que cuanto más prolonguen la espera de los espectadores, tanto más fácilmente tomarán éstos como real la simple apariencia del fenómeno anunciado.

3. El Estado Afectivo: deforma el recuerdo. Zillig expuso un grupo de hombres y mujeres en los Estados Unidos a una serie de observaciones favorables y desfavorables sobre la personalidad de la mujer, extraídas de comentarios de Schopenhauer y Oscar Wilde. Una semana después celebró otra entrevista con las mismas personas, a las que rogó expresasen lo más fielmente posible los comentarios expuestos. En las respuestas, las mujeres recordaron mejor los comentarios favorables para ellas, en tanto que los hombres mostraron tendencia a recordar las observaciones que descreditaban lo femenino.

C. EL HABITO Y SUS EFECTOS EN LA PERCEPCION

1. El hábito nos permite completar las percepciones de la realidad exterior, ya que es suficiente que se hallen presentes algunos de sus elementos para que nuestro juicio de realidad acepte la presencia del todo (apercepción). Durante el curso de la vida nos hemos acostumbrado a observar simplemente parte del todo; cuando tratamos de identificar a un sujeto, es decir estamos entrenados a utilizar maravillosamente el hábito, vivimos más del pasado, que del presente. Se pregunta sobre la ropa que llevaba un amigo en la última reunión. De tratarse de un individuo que regularmente va vestido de la misma manera, la respuesta será sencilla, de acuerdo con la realidad; caso contrario, será difícil llegar a un acuerdo. Si preguntamos detalles particulares como: lleva o no anillo, la corbata era roja, etc., se observará con asombro una cantidad de lagunas, ya que no existe una percepción de acuerdo con la realidad y que aparecen reproducciones diferentes según los testigos, ya que lo que uno recuerda perfectamente, el otro ha olvidado.

2. El pasado interviene más que el presente en nuestras percepciones. Así, un cambio de carácter o de conducta puede ser notado antes por las personas ajenas que por los familiares, ya que éstos, por su mayor hábito de tratarle, tardan más tiempo en desprenderse del concepto que de él tienen formado.

2. DE LA MEMORIA (CONSERVACION)

1. Rumor: de acuerdo con los prejuicios y preferencias de los individuos, se deforma, la memoria se altera y la verdad desaparece. Este fenómeno es más notorio, a medida que aumenta la cadena de rumores. En la transmisión de un relato, a medida que se repite se va haciendo cada vez más simplificado o breve, pues se omite fechas, lugares, tiempo y nombres propios.

2. Orgullo, temor, angustia y estados pasionales, actúan deformando y reprimiendo nuestros recuerdos. Nietzsche decía: «Esto lo he hecho, dice mi memoria». «Esto no puedo haberlo hecho, dice mi orgullo». Finalmente cedió la memoria.

3. Curva del olvido, Ebbinghaus, indica que el olvido es inicialmente rápido, y que la tasa de olvido disminuye marcadamente después de un cierto tiempo. Olvidamos por una interferencia, de otras informaciones que confunden a nuestra memoria.

Los experimentos de Loftus con los testimonios de testigos oculares indican que la información recibida después de la percepción inicial a menudo reemplaza la información original en nuestra memoria y nos predisponemos a jurar que la segunda impresión es la única. Muchas de las personas que vieron la película de un accidente de tránsito y a quienes se les preguntó después. ¿Qué velocidad llevaba el coche cuando pasó la señal de stop?, creyeron haber visto una señal de stop, aunque en realidad habían visto una señal de ceda el paso.

3. DE LA EVOCACION DEL SUCESO

Este factor es muy importante, pues en él intervienen mecanismos psíquicos complejos y una serie de influencias que vamos a analizar. Veamos el siguiente ejemplo:

Unas 150 personas vieron la película de un accidente de tránsito y se les preguntó sobre el suceso. A quienes les preguntaron: ¿Aproximadamente a qué velocidad iban los automóviles cuando se estrellaron el uno contra el otro?, dieron estimaciones de velocidad más elevadas que aquellas otras personas a las que se les preguntó. ¿Cómo iban los automóviles cuando chocaron? Además, los que oyeron el verbo «estrellarse» afirmaban haber visto vidrios rotos, que los que habían oído la palabra «choque». De hecho, no se rompió ninguna luna en el accidente. Obviamente, oír la palabra «estrellarse» daba a esos «testigos» nueva información. Asociando la palabra con una velocidad elevada y un accidente más grave, «llenaron las lagunas» y extrajeron sus propias conclusiones.

A. LA AFECTIVIDAD Y SUS EFECTOS EN LA EVOCACION

1. Las tendencias afectivas perturban la marcha del proceso evocador. Conocemos la denominada «amnesia emocional», o «amnesia selectiva», que a consecuencia de un trauma emocional negativo (violación), hace que los sujetos sean incapaces de recordar la situación desencadenante del choque psíquico. A partir de ese instante se produce una laguna en la memoria. Debemos diferenciar los casos en que existe no sólo un trauma psíquico, sino un trauma físico, pues en ellos la amnesia ya no es emocional, sino «conmocional», y va acompañada de otros síntomas cerebrales orgánicos.

2. La represión. Los interrogatorios judiciales por lo común versan sobre situaciones delictivas o, sobre incidentes que giran alrededor de un núcleo emocional intenso, esto con frecuencia provoca una represión no sólo en los actores, sino también en los testigos. Por estos motivos, no es método adecuado por parte de los investigadores, obtener datos veraces forzando, mediante amenazas o sugestiones, las respuestas de los testigos. Cuando un interrogado dice «no recuerdo», se evidencia un problema para el juez: ¿en realidad no recuerda o no quiere evocar?. Generalmente, se cree que cuanto más viva y emotiva ha sido una situación, será más fácil recordar dicho acontecimiento. Si se manifiesta transigente en aceptar tal contestación para detalles sin importancia, concibe en cambio que ha de ser estricto al obligar un recuerdo preciso de los detalles básicos. Son justamente estos detalles los que se olvidan, ya que se asocia a otros hechos que han ocurrido y otros de un modo fragmentario. El olvido es involuntario: en este estado mientras más intente recordar, más se afianzará el olvido. Esto nos ha sucedido al olvidar un nombre corriente, a pesar de la impresión de tenerlo «en la punta de la lengua». Cuanto más ha concentrado su atención para recordarlo, más se ha alejado aquél y sólo habrá surgido espontáneamente al cabo de un tiempo más o menos largo, cuando probablemente ya no era útil su evocación, y por consiguiente no tenía por qué despertarse la tendencia afectiva que la reprimía. Este fenómeno se explica en la teoría de Pavlov, por la denominada «inhibición paradójica» y es, casi siempre un signo de fatiga neuronal. Observamos que el testimonio se vuelve más inexacto cuando el individuo es objeto de presiones, o cuando los testigos son sometidos a interrogatorios demasiado extensos.

4. FORMA COMO DESEA NARRAR EL HECHO

El grado de sinceridad es meramente psíquico. Pensemos en un individuo equilibrado y hábil para resistir la influencia perturbadora de los factores que hasta ahora hemos visto. Este sujeto ideal, ha podido mirar con toda exactitud los hechos, fijarlos, conservarlos en su registro subjetivo y reproducirlos con fidelidad bajo el esfuerzo de la evocación voluntaria. ¿Será ahora capaz de expresarlos de tal modo que quienes escuchan su relato lleguen a verlo y discernir como él?. He aquí otro obstáculo dentro de la temática, que deberá ser investigado.

5. FORMA COMO PUEDE NARRAR EL HECHO

Es decir, el grado de fidelidad y claridad con que el sujeto es capaz de describir y representar a las demás personas, para que éstas sientan o comprendan como él. Este numeral, es uno de los menos estudiados y quizá de los más importantes. Vamos a analizar los factores principales:

1. Cultura y Comprensión. Son pocas las personas que poseen la suficiente cultura e inteligencia verbal para dar una expresión exacta de sus vivencias o experiencias. Si nosotros damos un objeto a una persona, le pedimos que lo examine y, luego, le solicitamos que nos describa, para que nosotros, sin ver el objeto, lleguemos a una comprensión de éste. Concluimos, que la comprensión es diferente de su realidad. La causa se debe a que, no ha acertado a trasladar en palabras todo cuanto ha comprendido. Es poco frecuente la capacidad que le permita describir bien, lo percibido. Por ejemplo, existen profesores que conocen mucho de la materia, pero no pueden trasmitir a sus alumnos este conocimiento por falta de metodología.

2. Estado emocional del momento y lugar donde se encuentre el sujeto. Entorpece aún más la situación, si el interrogatorio se realiza en el despacho del funcionario, o en la sala de audiencia. Si se realiza en la sala de audiencia, la reacción emocional es muy distinta, ya que en tales circunstancias todo el aparato judicial con su toque de solemnidad crea una atmósfera emotiva, que pesa aún sobre un hombre mentalmente fuerte y habituado a situaciones semejantes. En consecuencia no debe asombrar si muchas exposiciones llevadas a cabo en la sala de audiencia presenten contradicciones o lagunas respecto a aquellas llevadas a cabo durante la instrucción. Las consecuencias que el aparato judicial obtiene sobre la capacidad cuando rinden testimonio, son complejas en personas emotivas o de bajo nivel mental; y aun si fuesen, enfermas mentales aparecen, por esta situación de estrés, como que tendrían graves problemas psíquicos.
Estos antecedentes nos pone en guardia de interpretar, como prueba de culpabilidad, aquellos estados de excitación, vacilación, enmudecimiento, sonrojo, sudor, etc., que afectan a quienes deben exponer en las salas de audiencia, especialmente si se sienten, de cualquier manera, en peligro de llegar a ser comprometidos en los hechos. Debemos considerar también el caso de los llamados «tartamudos de ocasión» cuyas exposiciones son incompletas por el hecho de evitar usar palabras que tienen dificultad para pronunciar.

3. Diferencia del relato. Sea éste espontáneo o el obtenido por interrogatorio, repercute en el testimonio. Es recomendable dejar al testigo que haga la narración y la exposición en forma espontánea. De este relato pueden inducirse ciertas conclusiones sobre la exactitud de la declaración. Si el Juez tiene que cuestionar la forma de la pregunta no debe inducirle o sugerir la contestación. Es frecuente oír preguntas: «¿No es…?», o bien: «¿No es cierto que…?», y, a continuación, la realidad tal como el juez la veía. También las preguntas alternativas – «¿Fue esto así, o de otra manera?»- son peligrosas, ya que el testigo fácilmente cree que tiene que aceptar una de las dos posibilidades, habiéndose dado una tercera o cuarta probabilidad. El relato espontáneo resulta más vivo y veraz que el obtenido por interrogatorio. Pero tiene el inconveniente de ser incompleto e irregular y, además, expresa elementos interpolados que en nada son útiles. Un reducido porcentaje de testimonios espontáneos describen todo lo que interesa. Toda respuesta es una reacción mixta en la que ingresan no sólo las vivencias espontáneas del interrogado, sino también las representaciones y tendencias afectivas evocadas por la pregunta a la que se responde.

Puede acontecer con facilidad que se crea una respuesta falsa por una de estas tres causas:

1. Que la idea implícitamente contenida en la pregunta evoque, por asociación, otra no concordante con la objetividad a testimoniar.

2. Que la pregunta le haga sentir al sujeto la existencia de una laguna en su memoria, y éste tratará de dar una respuesta al azar o basada en una deducción lógica.

3. Que la pregunta determine una sugestión directa o coloque al sujeto en condiciones de inferioridad (miedo) que le impidan dar la contestación debida.

Podemos decir que el testimonio obtenido por interrogación acostumbra dar datos más concretos, pero también menos exactos que los del relato espontáneo.

ESTUDIO DE LAS PREGUNTAS FORMULADAS EN
LOS INTERROGATORIOS JUDICIALES

Preguntas capciosas. – Son aquellas que, para descubrir la verdad, emplean artificios, suposiciones falsas o mentiras. Tienden a que el interrogado rompa su reserva al creer descubierto lo que oculta o a llevarlo a la confusión con supuestas contradicciones. Este tipo de pregunta se aprecia cuando a Jesús le increpan: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? a lo que el contesta: «Tú lo dices». A un lado el aludido conocimiento sobrenatural del pensamiento ajeno, el silencio posterior del interrogador consigue la afirmación capciosa.

Preguntas Impertinentes.- Son las que no se refieren a los hechos o derechos objeto del proceso, son preguntas extrañas al interrogado.

Preguntas sugestivas.- Son aquellas que contienen en sí la respuesta que ha de darse, en forma directa o de modo encubierto. Este tipo de preguntas debe evitarse, por ser fuertemente sugestivas, capciosas o impertinentes. Nuestro C.P.P., en sus Arts: 119 y 133, hace hincapié al respecto.

Kretschmer, distingue cuatro tipos de preguntas:

1. Tipo de pregunta sin sugestión: «Le pido, ¿por qué motivo Ud., ha venido aquí?». Este tipo de pregunta tiene la ventaja de evadir todas las sugerencias, su inconveniente hace perder mucho tiempo, porque el interrogado divaga y se pierde en los detalles sin importancia.

2. Tipo: pregunta alternativa: «¿Tiene Ud., algún dolor o no le duele nada?». La ventaja de estas preguntas, es el ahorro de tiempo ya que delimitan el tema del relato y no suministran sugerencias inadecuadas. De acuerdo a las contestaciones, se puede realizar diversas preguntas alternativas.

3. Tipo: pregunta sugestiva pasiva : «¿Le duele a Ud. , algo?».

4. Tipo: pregunta sugestiva activa : «¿Cierto que a Ud. , nada le está doliendo?».

Bumke califica como preguntas sugestivas: «¿Tenía el sindicado un bastón en la mano?» «¿Llevaba anteojos?». Si queremos saber de qué color era un objeto determinado, será preferible al menos como primera pregunta: «¿De que color era?» en vez de: «¿Era verde, amarilla?» y, peor aún, hacer ver diferentes colores. Así mismo, en las diligencias de reconocimiento se deberá decir: «¿El autor del hecho es uno de estos?», en vez de: «¿Cuál de éstos es el autor?», porque en este último caso casi con seguridad el sujeto interrogado dirá que entre las personas que se ve, se encuentra el autor. También es una pregunta sugestiva o capciosa, interrogar de la manera siguiente o semejante: «¿Cómo explica usted que en el proceso algunos testigos afirman que lo vieron cometer el delito por el cual se le somete a indagatorio o que usted es de dicho delito responsable?».

Otro autor considerar, las siguientes clases de preguntas:

1. Afirmativas por presunción. Se le formula una pregunta de presunción que tiene muchas probabilidades de ser contestada. Así: ¿de qué color era la corbata que llevaba el acusado el día del crimen?, sin antes preguntarle sí llevaba o no corbata y si le había visto. Este tipo de pregunta implica una gran capacidad sugestiva.

2. Disyuntivas Parciales. Al interrogado le damos la alternativa de decidirse entre dos posibilidades, entre la que puede hallarse la verdadera. Si preguntamos al testigo si llevaba o no corbata el acusado, podemos recibir respuesta afirmativa; y entonces, formulamos otra pregunta: ¿La corbata era amarilla o negra? puede suceder que al testigo le pareció de color azul, más al observar que tiene dos colores a elegir, aceptará silenciosamente su error y por semejanza contestará: negra. Estas preguntas son frecuentes, a veces de una manera premeditada, por interrogadores que para evitar ser engañados creen que no hay mejor medio que empezar engañando ellos al testigo.

3. Afirmativas y negativas condicionales. Estas preguntas condicionadas en su doble forma: afirmativa o negativa, entrañan una sugestión al obligar al sujeto a decidirse entre un sí y un no. Ejemplos: