Por: Raúl Velasco Garcés

Doctor en Jurisprudencia, PUCE

LOS ANTECEDENTES EN LA HISTORIA DEL DERECHO:

Si alguna materia científica ha sido investigada y desarrollada, esta es la atinente al Derecho. Los juristas romanos, Paulo, Gayo, Ulpiano, Papiniano, y otros más, pero sobre todo el gran Código de Justiniano, fueron con el Código de Hammurabi, en Babilonia y el Código del Manú, en la India milenaria, de más antigüedad que el romano, fueron producto de estudiosos e investigadores, que emplearon toda su vida para llegar a formular las instituciones jurídicas que han servido de modelo a las legislaciones de los pueblos, (algunas siguen en pie o siendo referentes universales en el Derecho de las naciones). Para llegar a sus formulaciones, los juristas romanos nombrados, estudiaron el derecho y costumbres griegas, que también fueron irradiados por civilizaciones más antiguas que existieron en el espacio y tiempo de por lo menos 6.000 años, que tiene, según Toymbee, la Humanidad civilizada. El autor del imponente “Estudio de la Historia”, en diez volúmenes, identifica veintiuna civilizaciones: Helénica, Sumérica, Hindú, Maya, Del Lejano Oriente, etc.; de las cuales subsisten cinco que las estudia con más detalle: la Cristiana Occidental, la Cristiana Ortodoxa, la del Islam, la Hindú y la del Lejano Oriente.

LA CONTINUIDAD EN TODOS LOS SIGLOS POR ALCANZAR EL DERECHO IDEAL:

De todas estas civilizaciones, inclusive de las desaparecidas surgió el Derecho y bajo las técnicas jurídicas de la recopilación y las codificaciones famosas de las naciones de occidente, se constituyeron en bases y fundamentos de investigación y análisis de numerosos filósofos, humanistas y juristas que, siglo a siglo, aportaron para el desarrollo y perfeccionamiento de las instituciones jurídicas. Extenso sería este artículo si me ocupara en la demostración de todos estos sabios benefactores de la Humanidad; y, porque no es el objetivo principal que persigue este artículo jurídico que trata de recordar la manera que ha evolucionado el Derecho para garantizarnos una convivencia aceptable y aceptada, pero sobre todas las cosas, destacar la importancia de la investigación científica del Derecho, para expedir leyes en una labor que no terminará de pronunciarse mientras exista el hombre y su necesidad de perfeccionamiento individual y colectivo.

LAS CAUSAS DE LA DECADENCIA EN MATERIA DE DERECHO:

Lo que llama la atención en nuestros días, es la terrible contradicción en la que van recayendo las cinco civilizaciones sobrevivientes. Este hecho notorio, que casi no necesita esfuerzos para demostrarlos, porque son evidentes, ha significado para la humanidad entera que, por ejemplo, mientras se reconocen los derechos humanos de todas las personas sin distinción y haber pasado por dos guerras aniquiladoras, el mundo actual va hundiéndose al mismo tiempo hasta profundidades que amenazan la propia existencia humana, vegetal y animal. Estas sin razones, estas pasiones desbordadas y desbordantes realizadas a sangre fría o perversamente planificadas, desdicen de la elevación de los sentimientos humanitarios trasformados en leyes universales que, por ejemplo, alcanzaron su cúspide en la Declaración Universal de Derechos del Hombre, proclamada y suscrita por la mayoría de naciones unidas en la célebre Conferencia de la ONU, en San Francisco, el 10 de diciembre de 1948 y que hacen parte de las modernas constituciones de los Estados.

Esta escalofriante contradicción nos llevaría a pensar que la humanidad está retrocediendo a sus orígenes de barbarie. Estas paradojas han llevado a la afirmación que el mundo padece de una seria enfermedad social y espiritual. Sin embargo, contamos con una porción humana que sigue combatiendo sin sangre, puesto que en todos los tiempos dispone de un inmenso poder moral positivo acumulado por todos los siglos con los que se han opuesto a los destructores. A veces vencidos pero nunca derrotados, porque han permitido que, por lo menos, el mundo siga en pie y se mantenga la utopía de individuos y sociedades felices. El Derecho y sus efectos son armas morales para presentarles dura batalla, ayudados hoy por el gran adelanto tecnológico y de comunicaciones sin precedentes para servirnos de ellos y cumplir el ideal de un mundo unificado en una sola gran sociedad humana.

AVANCE O RETROCESO EN LA LEGISLACION ECUATORIANA:

Ahora bien, con ascenso o descenso a nuestra realidad jurídica ecuatoriana, que tiene, en general, los mismos antecedentes arriba expuestos, tenemos que observar una tendencia hacia un retroceso de instituciones jurídicas que han venido forjándose asimismo por juristas y legisladores connotados de la República, que bien los identificamos. Esta grave afirmación que hago merece fundamentos de hecho y de derecho y pruebas contundentes. De las numerosas que los señores abogados y juristas colegas conocen y las han denunciado, podría citar algunas si el espacio de este artículo me permitiera, pero me reservo para otros artículos de prensa jurídica; y más bien sugiero que sea la investigación universitaria las que las vaya detectando, como ha sido la práctica de los más entendidos de la materia.

Vale decir que se observa que en la legislación ecuatoriana de los últimos tiempos no se toma en cuenta ni a esos juristas y peor aun los resultados de las investigaciones y avances en esta materia de Derecho Universal. Se tiende a ir de un extremo a otro, de unas injusticias del pasado a otras nuevas injusticias del presente y lo que es más grave y gráfico, “tomando el rábano por las hojas” y elaborando normas inventadas con mucha ligereza sin tomar en cuenta las instituciones jurídicas forjadas a través de milenios, por sabios juristas de todos los tiempos.

Las revoluciones y reformas verdaderas han sido realizadas por filósofos y juristas investigadores del pasado para reemplazar unas instituciones por otras mejores, pero con esas bases y fundamentos. Y es que a los ecuatorianos a veces nos domina la euforia de los extremismos de visión de nuestros problemas y soluciones, cuando si hay una definición de ley justa es la que se guía por la equidad, esa que los griegos designaron como “la epiqueya”. Se está notando que se quiere calcar leyes de distinta procedencia, como ser las del llamado Derecho Foral Español, que responde a otras circunstancias históricas y antropológicas diferentes de las nuestras y que allí mismo han fracasado en su intento de igualdad y unificación de las legislaciones de sus distintas regiones geográficas en un Derecho común. Esto grafica la falta de una seria investigación para dictar leyes. De instituciones jurídicas fracasadas, no se puede sacar otra lección que desecharlas.

Para ponernos al día con el Derecho Universal se requerirá mucha investigación y en este punto tengo que poner el grito en el cielo, respecto de las Tesis de Grado de Derecho, que en algunas universidades prácticamente las echan al lugar de deshechos. Debe haber decenas de ensayos de investigación valiosos que dieran una mejor orientación al legislador y a los mismos estudiantes les serviría con la recomendación de tutores para formular sus Tesis propias, bajo el mismo tema pero actualizándolas, porque el Derecho evoluciona y tiende a su perfección.

En fin, si en otras ramas del saber humano se requiere de investigación propia y auténtica, es en las Ciencias del Derecho más necesaria y urgente si es que se pretende que nuestra sociedad se re – organice y perfeccione a la luz de principios universales de probada eficacia.

UNA SABIA GUIA DE UN ESTADISTA ECUATORIANO:

A manera de colofón de este tema, vale citar la sabia guía de un jurista y estadista ecuatoriano que dijo en solemne ocasión: “Hay tres conceptos, tres palabras, que todo lo encierran y que descansan en el Orden moral: Justicia, Derecho y Paz. La justicia como norma, crea al Derecho como método y a la Paz como consecuencia. La Paz nace del Derecho en la misma forma que éste se afirma en la Justicia. El gran problema de nuestro tiempo es coordinar la inmensidad de las conquistas de espacio y tiempo y la inmensidad del mundo moral de la Justicia, el Derecho y la Paz. Si lo soluciona, como hay que esperar, que anhelar y luchar por conseguirlo, vendrá sobre el hombre una lluvia de bienaventuranzas. Si no lo soluciona, un día se romperá el equilibrio inestable y falso, conduciéndonos a la ruina y al caos universal.”