Por: Victoria Moncayo Gallegos

Delegada Alterna del Ecuador ante la CIM

Presidenta Nacional del CECIM

Precursoras:

La participación de mujeres en la independencia del país nos revela que el dominio de una cultura centrada en el poder masculino no fue óbice para que Manuela Sáenz, Manuela Espejo, Manuela Cañizares Rosa Montufar, Rosa Zarate, Manuela Garaicoa, Manuela León, Baltazara Chiuza, Lorenza Avemañay, y muchas mujeres anónimas intervinieran con reconocido valor en el proceso independista que se gestará desde la Revolución de las Alcabalas y que culminaría con la Batalla de Pichincha.

La fortaleza de estas mujeres continúa en la historia ecuatoriana con fuerte presencia en la vida política, social, económica, cultural y religiosa; presencia que fuera fortalecida con la democratización de la educación, especialmente con la creación de los normales Manuela Cañizares y Rita Lecumberry, en el gobierno del General Eloy Alfaro y de instituciones educativas públicas que hicieron y hacen posible el ingreso de amplios sectores de la población, en general, y de las mujeres, en particular, en goce de sus derechos ciudadanos.

Conquista de derechos:

En Ecuador como en muchos países del Continente, las mujeres, desde finales del siglo XIX, emprenden en la lucha por la defensa de sus derechos civiles, políticos, económicos, exigiendo su derecho al voto y a la igualdad frente a la ley. 1929, imprime la conquista de los derechos políticos de las mujeres y es el año del reconocimiento de este hecho en la historia feminista que se convierte en el referente más cercano de la acción política emprendida por varios colectivos.

Años más tarde, fruto de la acción de varias organizaciones, como del Comité Ecuatoriano de Cooperación con la Comisión Interamericana de Mujeres, CECIM son reformadas las leyes que discriminaban a las mujeres en la relación conyugal, se reconoció la familia formada por uniones libres, la filiación de los hijos nacidos en su seno y de hijas e hijos, nacidos fuera de matrimonio; así como, las familias monoparentales en las que la jefatura de la madre ha merecido el reconocimiento legal y el amparo constitucional.

Protección especial como grupo vulnerable:

Se logran nuevos avances constitucionales. En 1998, se reafirma el derecho a la integridad personal y a una vida libre de violencia, especialmente contra mujeres, niñas, niños, adolescentes y personas de la tercera edad, el derecho a la igualdad y a la no discriminación por razones de nacimiento, edad, sexo, etnia, color, origen social, filiación política, religiosa, el derecho a participar en igualdad de condiciones que los hombres en las listas de elección popular, el derecho a la propiedad.

Paridad de género:

En el 2008, la Asamblea Constituyente propone, por acción del Consejo Nacional de las Mujeres, CONAMU, del movimiento de mujeres y de organizaciones sociales que a lo largo de los años, particularmente desde la segunda mitad del siglo XX han trabajado por la equidad e igualdad de género, reformas constitucionales que significan nuevos logros para las mujeres, en base al respeto a los derechos humanos, asegurando su carácter universal, indivisible e integral.

Para las mujeres, el aspecto de mayor trascendencia en la Constitución aprobada mediante referéndum, el 28 de septiembre, es la inclusión del concepto de paridad de género en varios artículos que hacen referencia a la participación política y a la administración pública. Disposiciones por las cuales, corresponde el 50% de cargos de elección popular y del servicio público a las mujeres .

Tanto la Constitución de 1998 como la del 2008, se inscriben en una visión global de país, pues están refiriéndose a la mitad de la población ecuatoriana sin cuya participación en todas las esferas de la vida social del Ecuador, no sería posible hablar de una patria democrática, incluyente, justa y solidaria.

El bicentenario:

El Bicentenario de nuestra independencia, 10 de agosto de 1809 – 10 de agosto 2009, nos convoca a continuar en la lucha por la construcción de la patria con un nuevo orden social, en la que no existan mujeres marginadas del derecho a la educación, a la alimentación, a la salud, al empleo con igual remuneración a la de los hombres, a la seguridad social, a una vida libre de violencia.

Nuestros esfuerzos deben estar dirigidos a que se garantice el pleno ejercicio de estos derechos; para que mujeres y hombres, vivamos en condiciones de vida que nos permita escribir nuestra propia historia con paz y dignidad.

Conclusión:

Corresponde pasar del discurso a la acción, que el poder que muchas mujeres han logrado, se concretice en acciones positivas, revirtiendo las situaciones de exclusión social. Que esta visión posibilite la solidaridad y refuerce la articulación entre varios movimientos, organizaciones y entidades que tomaron la decisión de trabajar por la igualdad de las mujeres en el contexto del desarrollo del país.

La fuerza de espíritu de las mujeres independentistas sea la guía y el norte para que sigamos escribiendo nuevas páginas de conquista de derechos y dejemos un legado de igualdad en la diversidad.