Liderazgo con rostro
humano para el Estado y el IESS

Por: Dr. Manual Posso Zumárraga
Consultor Privado en calidad,
productividad y seguros sociales
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T ODOS QUISIERAMOS DE ALGUNA FORMA , ser profesionales de éxito, padres de familia de éxito, instituciones de éxito, empresarios de éxito, comunicadores de éxito, Gobernantes de éxito y servidores de éxito, es decir, líderes corporativos con visión de cambio permanente.

En otras palabras, los ecuatorianos queremos un país libre de corrupción, de pobreza, de indigencia, de desigualdades económicas y sociales, un país de oportunidades, de libre acceso a la educación, a la cultura, a una vivienda digna, a una salud integral, con gente motivada que siempre este pensando, creando y ejecutando proyectos en función de país.

De igual forma, los empleadores y los usuarios internos y externos del IESS, no podemos negarnos a nosotros mismos, la oportunidad de superar la crisis del sistema del seguro social, tenemos la gente y los recursos suficientes, y con la fuerza del optimismo, la fe en nosotros mismos y una decidida voluntad política, demostraremos que la verdadera riqueza esta en la solidaridad con los sectores más vulnerables de la sociedad civil.

La seguridad social, es amplia y diversa, y reducirla a parcelas en permanente divorcio, entre empleadores, asegurados y Gobierno, es insensato; y, negar la oportunidad o espacio al sector empresarial, o al sector laboral, es desconocer el potencial para aportar a la colectividad social.

La solidaridad, fortalece a todos los ecuatorianos, la unidad, genera el poder, que nace de la conciencia colectiva y se proyecta como la fuerza constructora del porvenir del Estado, de la Institución y de sus administrados. Los ecuatorianos, y entre ellos los servidores del IESS debidamente capacitados y dirigidos, tendrán el espíritu, la capacidad y la fuerza para forjar la «revolución de la dignidad.»

Como servidores públicos o privados y los Gobernantes de turno, debemos tener la iniciativa, la voluntad y el coraje, para desafiar dificultades, porque mientras a nuestro alrededor existan vidas que sanar, trabajos que realizar, necesidades que cubrir, riesgos que proteger, necesitaremos urgentemente líderes proactivos, personas triunfadoras, médicos que luchen con más éxito contra las enfermedades, comunicadores verticales, imparciales y objetivos, empresarios y dirigentes clasistas emprendedores, que se olviden de los paros y huelgas legales o ilegales justas o injustas y logren concertaciones sociales transformacionales.

El Ecuador, y el IESS, está saturado de los erráticos y repetitivos diagnósticos, estudios, planes, programas y proyectos que sin identidad y sin sustento técnico, a la hora de la verdad resultan inaplicables en la practica cotidiana.

No es la hora de nuevos ensayos, ni de exóticas experimentaciones de modelos transplantados de realidades distintas al sis tema económico social y de aseguramiento en el caso de la seguridad social, que han fatigado la confianza de nuestros administrados.

Con fe, «y con la ética dentro de nosotros mismos», levantaremos nuestra autoestima al Estado y a la institución aseguradora. En la esperanza, esta la fuerza para reconstruir nuestro incipiente sistema democrático y de seguridad social. Con optimismo haremos juntos la «revolución de la dignidad» que es el renacimiento espiritual de principios, valores, virtudes y desarrollo hacia el verdadero cambio del Estado y del IESS.

Para salir de la crisis, no volvamos a cometer la equivocación de imponer recetas, ni convertirnos solamente en pliegos de peticiones o dependientes de Organismos de Crédito Internacional. Volvamos los ojos a nosotros mismos, para potenciar nuestras fortalezas y corregir nuestros errores. No tiene sentido adulterar nuestra identidad imitando lo que no somos o buscando ocultar lo que sí podemos.

El manejo de un Estado y de la seguridad social, no es un concurso de mediocres plagios mecánicamente replicados, empieza por el cambio de actitudes en el servicio, en la capacitación masiva, en el liderazgo incorruptible. Para caminar con paso firme por el sendero de un Estado competitivo y un seguro social, camino a una seguridad social integral, es indispensable ser auténticos y autoafirmarse en la plena conciencia de la propia identidad.

La sensación de seguridad que requiere el ser humano, no nace de ninguna imita ción, por magnífica que pudiera parecer, ni de propuestas que desarticulen la identidad del ecuatoriano, o la del seguro social a pretexto de la crisis del sistema, sino de la absoluta identidad y equilibrio entre la atención prioritaria de las necesidades insatisfechas de los administrados, asegurados, empleadores y del mismo Estado.

La realidad de la crisis, nunca debe ser ignorada ni subestimada. La realidad económico y social del país y de la Institución aseguradora, es tan distinta a los informes manipulados que nos presentan los Administraciones de turno, que de solo pensarla se asemejan a una pesadilla indigesta, que van desde actos de corrupción, impunidad jurídica, dependencia marcada, y en el caso del IESS, un sistema financiero debilitado, pensiones indignas de la condición humana, cobertura estancada, atención de salud deficiente y lo que es más grave a mi juicio, una confianza en la Institución muy quebrantada.

Sin embargo, aquí mismo, en medio de todo lo negativo, en este nuevo milenio, brilla con deslumbrante luz y radiante optimismo, un nuevo espíritu emprendedor del recurso humano con que cuenta el país, que empieza a dar señales de que no se resigna ni se abandona, no renuncia ni se somete, precisamente porque la crisis es enorme, nuestro espíritu para desafiar la adversidad debe ser supremo, es decir. «a grandes males, grandes remedios »

Modernizar el Estado y el IESS «es construir no destruir»

En el pasado institucional, muchos recursos y energía, se han perdido en la confrontación interna y externa, que agota y paraliza la gestión administrativa que dio paso a la crisis clasista, en medio de un escenario saturado de disputas, desencuentros, conflictos y pugnas, que han conformado una subcultura de la confrontación inútil, entre servidores, asegurados y empleadores, con la complicidad de cierta prensa critica, que satanizó al Instituto.

Es la hora de convocar a todos los sectores involucrados en la sociedad civil, para encontrar la salida a nuestros problemas comunes. Es indispensable superar las limitaciones del parcelismo ideológico, la odiosidad política, la soberbia de las elites y la prepotencia de ciertos Administradores ímprobos, que bajo el falso eslogan de la Modernización, ocultan sus verdaderas intenciones.
Modernizarse, no solo quiere decir estar a tono con lo nuevo, con la moda pasajera o con la tecnología de punta, sino ponerse al día; y ponerse al día, significa hacer las tareas bien desde la primera vez, con calidad, compromiso y valor agregado.

Modernizarse además, es abrir a todos los actores sociales, las puertas de acceso a la información y comunicación y al trabajo en equipo, es lograr que el Estado y la institución aseguradora, dejen de ser morosas con los sectores sociales más vulnerables (campesinos, trabajadores, jubilados, tercera edad no asegurada, informales, menores de edad, estudiantes, discapacitados, amas de casa, etc.).

Modernizarse es también, actualizarse en el conocimiento de la realidad de la pro blemática del Estado y de la Institución asegurada, que es más amplia y profunda, que solo dirigir desde un escritorio o a control remoto o desde la partidocracia.

La modernidad, tampoco es el uso de la tecnología por la tecnología

La visión racional de la innovación tecnológica en el Estado y en la Institución aseguradora, no puede confundir «estándar de vida «, «con calidad de vida «, la una puede medirse con el número de elementos computacionales instalados en una oficina, que sin duda, bien programada, ayuda a simplificar procesos, y la otra, es la auténtica convivencia humana, inspirada en valores, en trabajo en equipo, que dan vida al ecuatoriano, y al servidor y a su familia en el caso del IESS.

«El estándar de vida » es propio de la sociedad de consumo, es el lucro por el lucro, mientras la «calidad de vida » es el reencuentro con el ser humano, es decir, la atención al «rostro humano» tan venido a menos en el Estado y en la Institución.

La tecnología por si misma no se incorpora, ni se desarrolla, ni se innova, ni es un fin en si misma, ella es una simple herramienta programada por el mismo ser humano, y cuando está animada por una energía positiva, trae ventajas a los programas, procesos y sistemas, caso contrario, mal aprovechada solo trae dependencia, es mecánica improductiva y hasta produce desocupación no selectiva del servidor público y del privado.

El esfuerzo concentrado, para incorporar tecnología en la Institución en todos sus niveles, (Historia laboral del asegurado, por ejemplo), implica una serie de acciones complementarias, que van desde la capacitación científica y técnica, fuentes de energía adecuadas, infraestructura de comunicaciones eficientes, con la participación y compromiso de todos los actores involucrados en mejorar el sistema de informática Institucional.

Cuando los integrantes de la comunidad social incluidos los servidores públicos y privados, se sientan protegidos y seguros, el servidor proactivo, sentirá la predisposición voluntaria, de desplegar toda su capacidad y talento comprometido, para «vencer su propia resistencia al cambio.»

El problema de la seguridad social y laboral, es más complejo, que la simple exigencia del cumplimiento de las disposiciones de la nueva Ley de Seguridad Social o de la Ley del Sistema Nacional de Salud vigentes. El control de la legalidad, no se debe reducir simplemente a la enmarañada normatividad y a los enredados trámites burocráticos, que obstruyen la sana intención de cumplir con la nueva misión del Estado y de la seguridad social, «pensiones dignas de la condición humana y atención eficiente en salud»

Nadie puede dudar que es imperioso y urgente, acabar con el entorpecimiento burocrático, de trámites innecesarios impuestos por los desmotivadores del cambio, (Cúpulas politizadas en las Instituciones del Estado y del IESS,) que solo se prestan para el abuso y el palanqueo degradante, a tal punto que en algunos casos, le convierten al seguro social, en un sinónimo de «impuesto» para el asegurado y para el empleador.

Es necesario, recordar que el desarrollo institucional del Estado y del IESS. es un largo y paciente proceso de trabajo constante, hace imprescindible el implementar un nuevo sistema de control de gestión de los recursos financieros y humanos con que se cuenta. (Fiscalización) Es imperativo concentrar las energías en los objetivos inmediatos, claros y posibles, que cambien la cultura organizacional del Estado y de la Institución aseguradora, con el aporte decidido de empresarios, asegurados, Gobierno y en especial de todos los servidores públicos y privados, que siempre deben tener presente:

«Que la grandeza del hombre solo se mide por sus sueños, por la persona que se ama, por el valor agregado que imprimamos a nuestras tareas diarias, por compartir y trabajar en equipo, por la verdad que se profesa, por la grandeza del servicio que se preste en favor del usuario del Estado y del IESS, y por la vida que se vive. »

Ese es y debe ser el «liderazgo o capital social con rostro humano para el Estado y la Institución aseguradora «que cambie la vieja y tradicional forma de dirigir y hacer política, con base a intereses creados, y transformar al Estado y a la Institución aseguradora en empresas de servicios con solidaridad intergeneracional.