INSEGURIDAD LABORAL Y JURIDICA
Mobbing en el fútbol
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Por: Dr. Oswaldo Paz y Miño J.
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P ROBLEMAS LABORALES EN EL FÚTBOL , equipos en crisis, Directivas y jugadores enfrentados son evidentes por más que se intenten disimulos, técnicos que renuncian por no estar de acuerdo con algunos incondicionales de los que mandan, reconocidos profesionales que se cansaron de callar han manifestado su inconformidad con medidas arbitrarias, que afectan directamente a las remuneraciones de los trabajadores del fútbol, los jugadores y por lo tanto a su tarea. Profesores que han expresado su cansancio de soportar a ciertos dirigentes identificados como obedientes, sumisos, que presionan a la parte más débil de la relación laboral, al anca de poderosos que amedrentan a los jugadores.

Mobbing

Pese a los logros mundialistas, varios futbolistas viven el Mobbing en su más vergonzante expresión, atentados contra las normas fundamentales y contra irrenunciables derechos que ocasionan inseguridad laboral y jurídica. Ellos, las victimas, son algunos de los futbolistas que hasta hace pocos días eran «héroes nacionales», hoy contra la pared, por intentar cobrar completo y a tiempo, por que se les pague lo adeudado sin recortes temporales producto de la falta de previsión.

Ante lo dicho que es grave, injusto y vergonzante en un país «libre», se escuchan trasnochados comentarios que culpabilizan a la hinchada, por no asistir al fútbol, como si a los aficionados correspondiera llevar la relación laboral y económica.

– El fanatismo no es buen consejero y no tiene límites en su cinismo, grupos de hinchas por otro lado contra jugadores, lanzando objetos contra ellos y agravios desde las gradas o desde algunos micrófonos, presiones a los jugadores por los cuatro costados;

– Comunicadores que jamás se preocupan de revisar los contratos, de enterarse de las cláusulas de los mismos, de revisar por el forro al menos ciertas leyes básicas, para lanzarse a emitir opiniones de contenidos jurídicos para demostrar aunque sea endeble sustento a sus posiciones de apasionados hinchas. Que peligrosa es la formula: comunicador-hincha.

En tales ejercicios la objetividad en el comentario, es imposible. ¿Cuando la gran mayoría un análisis con el Código del Trabajo en la mano? ¿Cuando una propuesta de crítica previo estudio a la Ley del Futbolista o a la Constitución? Criticas fáciles, a los jugadores desde muchos sectores, por el pecado de manifestar su inconformidad con descuentos ilegales, pagos retardados, multas abusivas. Mobbing. Pregunta.

Todos aquellos que se rasgan las vestiduras por que los jugadores resuelven no trabajar, que se ponen de uñas, erizados, inconformes, próximos al paro cardiaco y cercanos, risueños, afectivos, a los dirigentes y sus posiciones, aceptarían que en sus respectivos trabajos les respondan cuando vayan por sus remuneraciones: «Solo pagaremos el cincuenta por ciento. El resto en el transcurso del año y si no les gusta, las puertas están abiertas.» ¿Que tal no?

A los que lanzan sus dardos contra los jugadores y los técnicos porque han hecho público que no les pagan, cuando y como a los dirigentes les da la gana, ¿les parecería correcto y justo que así les respondiesen sus patronos?, entonces, esta claro que todos los implacables jueces de los jugadores opinan desde su cómoda posición de espectadores, de personas que desde las generales, tribunas y palcos, no se juegan nada, sino el mal momento de perder un partido o que se les vaya a pique un fin semana y a lo mucho, el valor de las boletas.

Trabajadores, familias y presupuestos

No consideran los «protestones» que los jugadores, son personas, trabajadores de carne y hueso, que son humanos, que tienen familias, presupuestos y proyectos, deudas, angustias y modos de vida que solventar, que es inaceptable por más que a los fanáticos incomode, demandar de los jugadores cumplimientos, si con ellos no se ha cumplido. Que por poderoso o influyente que sea el grupo o la persona que dirige un equipo de fútbol y por popular que sea el club, han de respetarse los derechos constitucionales y legales de los jugadores.

Que se trata de fútbol profesional, que en este deporte caro, los trabajadores del fútbol no son marionetas, son personas que viven del fútbol, ellos y sus familias, que a los directivos compete no fallarles en los pagos, que deben por lo tanto planificar los mismos, presupuestando, sin considerar en esos manejos la posibilidad de pagar «algún rato», cuando tengamos ingresos.

«Y si no las puertas están abiertas». Mobbing. Esos cálculos caben en economías familiares, no en empresas de fútbol, han de tener los dirigentes consideraciones y respeto por los futbolistas, si es que lo mismo quieren para ellos, que son los deportistas los que sí ponen la carne en el asador, toda la semana en los entrenamientos y los domingos en los estadios, que los jugadores se dejan todo en un trabajo, que es divertimento para la gran mayoría y negocio para un gran sector paralelo, que ellos, los deportistas son los protagonistas y que si tienen que jugar deben cobrar a tiempo y completo.

Que si tienen que hacer goles, fintas, tapadas extraordinarias, esfuerzos titánicos, para que la función, el show sea de primer orden no han de pasar sufrimientos por salarios pendientes y menos callando problemas internos, chupando lo que venga, porque sino «Mobbing»: multas, separaciones, despidos, rupturas de contrato, amenaza de suspensiones etc. ¿Hasta cuando algunos dirigentes creen que los contratos de trabajo de los futbolistas son de caucho, que ellos, los más fuertes, los pueden estirar como y cuando les de la gana? ¿Cual es el fundamento para sus actuaciones prepotentes? ¿Amistades de alto poder en el fútbol?

Prepotencias, desbalances e injusticias

Por sobre las leyes algunos intentan y pueden, es solo cuestión de un muestreo, por ejemplo no pagar las obligaciones con el IESS, porque simple y llanamente no quieren. O lo que es más, bastaría con revisar cuando, como empleadores del fútbol, ciertos han cumplido, afiliando a los jugadores de a la seguridad social.
Incumpliendo y todo pueden ellos, romper los contratos laborales, es decir echar a la calle a los jugadores por asuntos de: «dignidad institucional», «honor», «falta de amor a la camiseta», «bajo rendimiento» y otras cosillas, que para parecer correctas han de ser correctas, es decir han de contar con sustento constitucional y legal, con un debido proceso, valido, legitimo y eficaz, para que no huela a atropello permanente. Como la moneda tiene dos caras, si a los jugadores los despiden, los suspenden, los acosan moralmente por supuestos incumplimientos o faltas disciplinarias, ¿por qué, los jugadores no pueden pararse si no les pagan a tiempo, o no les pagan, lo que sea? ¿por qué tienen que trabajar si les escamotean los sueldos, su dinero, sus pagos mensuales, premios, primas, porcentajes. etc.?
Tómese en cuenta este desbalance, esta injusticia, esta sin razón: Cuando los jugadores no juegan, o reclaman porque no se les paga, sanciones les vienen, ¿quién reclama por los jugadores ante los dirigentes cuando estos no les cumplen?.

Incumplimiento de contratos y libertad de trabajadores

Olvidan algunos que actualmente, menos mal, los jugadores que no tienen vínculos contractuales con los clubes, quedan libres para contratar con otros clubes, de tal forma que aquellos que se llenan la boca repitiendo que tales o cuales jugadores quedan fuera de su institución, deben saber y los futbolistas más, que eso implica ruptura de contrato unilateral, que desata al jugador del compromiso con el club y que ya no como antes, el club y el dirigente, es dueño de la fuerza laboral del trabajador. Ya murió, aunque a muchos el luto les quede, aquello de que los clubes eran propietarios de la «carta de libertad» de los jugadores, de los derechos federativos y por ende de los deportivos y económicos. Ahora, los futbolistas sin vínculo contractual vigente, no tienen relación laboral con el club. Aquellos separados intempestivamente, son trabajadores libres y capaces de vincularse con otras entidades.

Va siendo hora de que se desechen esas prácticas que ven amparos en instancias superiores del fútbol, que aspiran a enredos en los comités de empleadores, para demorar o mutilar pagos o derechos a los jugadores de fútbol, espacios en los cuales los jugadores no tienen muchas opciones.

Tienen por supuesto mayores oportunidades fuera del seno de los organismos de funcionamiento de las entidades privadas del fútbol, esto es, en la justicia ordinaria, a la que deben recurrir sin recelo los trabajadores del deporte popular, a plantear en los juzgados de trabajo sus demandas, allí en las cortes, donde los retardos pueden ser denunciados con efectos legales inmediatos, donde las citaciones, notificaciones y audiencias tienen consecuencias legales concretas, donde las pruebas sirven, donde se puede llevar los litigios con más garantías.


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