Peculiaridad del Proceso Penal Ecuatoriano

Por: Francisco Estupiñán Barrantes
AYUDANTE DE CÁTEDRA DERECHO PROCESAL PENAL
FACULTAD DE JURISPRUDENCIA PONTIFICIA
UNIVERSIDAD CATOLICA DEL ECUADOR

¿ El papel de la víctima termina con la denuncia ?

Ya Saramago nos advirtió sobre lo espinoso de los procesos judiciales, criollamente conocidos como «pesadillas»; Zaffaroni nos indicó sobre lo incidental de las penas y Carnelutti nos enseño de lo miserable del proceso penal; pero en realidad vale la pena el proceso penal?. Pues empecemos por lo primero, todos somos victimas a diario de delitos comunes, pero solo una mínima parte se hace conocer a la autoridad, y solo una escasísima parte de esa mínima parte, se sancionan por las autoridades. Por lo cual llegamos a la pregunta sempiterna: ¿porque?

Muy ciertas son las afirmaciones sobre lo soporífero que resulta «denunciar» un delito, pero, hasta que punto nos hemos puesto a pensar sobre lo necesario y obligatorio de nuestro deber como ciudadanos?. Si bien el nuevo Código de Procedimiento Penal nos da una «facultad» y no una «obligación» de denunciar ante la Fiscalía o Policía Judicial cualquier delito de acción publica, debemos entender que si no lo hacemos nosotros, quien lo hará?. Ahora, en el supuesto hipotético de lograr, que denunciemos todos los hechos delictivos, ¿se resuelve el caso? Pues no señor! el proceso recién se inicia con la denuncia y es, en ese punto donde realmente el papel de victima se convierte en fundamental para descubrir la verdad histórica de los hechos, porque su colaboración en la investigación junto con el fiscal y la policía judicial llevaran a determinar responsables, de haberlos.

Pongámonos mas gráficos, supongamos que a Doña María le robaron su televisor de su casa, realizó la denuncia en la Policía Judicial, y se va a su casa esperando que «aparezca» su televisor. ¿Está debe ser la actitud de toda víctima?.

NO, los ecuatorianos tenemos el grave defecto de dejar toda la responsabilidad en el «Súper-Estado». Al esperar que del cielo nos caiga un televisor, esta bien difícil en estos tiempos, por lo que el papel de víctima no empieza y termina con la denuncia realizada en la policía o en la fiscalía; el apoyo que debía brindar doña María a las autoridades es básica para poder realizar la verdadera justicia protegida por la libertad. Tiene que rendir su versión libre y sin miedo, sin ningún temor, darse el tiempo suficiente para realizar el reconocimiento del lugar y no permanecer en la peluquería mientras el agente de policía se encuentra solo en su actuar, etc. etc.

El paterno y limlitado Estado

Es verdad que el Estado tiene falencias, no lo niego, ni lo refuto, pero también es muy cierto que debemos empezar a ver el papel de victima, no desde la vereda de al frente, -donde pasa el amable policía y el fiscal detrás de una prueba fundamental, que la víctima conoce pero simplemente. le da pereza o miedo, abrir la boca- sino del otro lado, no quiero decir con esto que seamos investigadores propios de los delitos que denunciamos, pero una elemental pista ayudara a las autoridades a encontrar y poner en andadura todo el poder del ius puniendi.

Al estar claro las falencias, pues aprovechemos lo poco que tenemos, es decir, no desperdiciemos nada, pensemos en lo productivo que puede ser un ciudadano rehabilitado, no veamos como un gasto el sistema penitenciario sino como una inversión, no tanto por lo económico, sino por lo humano, ya que el fin ultimo del proceso penal no es el castigo al delincuente, sino que se motive a su plena rehabilitación.

Aquella verdadera justicia que es alimento del cuerpo, es la que nos lleva a creer en que se cumpla de verdad, y no actuando sentados, mas bien erguidos y gritando para que sea consejera innegable de los negables.

¿ Crisis penitenciaria o ineptitud política ?

Sorprendidos nos tuvieron los medios al mostrar la acrimonia de los reclusos hacinados en hornillas humanas, mas cercanas a lo que conocimos en Auschwitz, de lo que entendemos por rehabilitación. Si un extranjero medianamente alfabeto ojeara nuestra Constitución y códigos, nos felicitaría por tener las mejores normas y garantías, es mas, nos darían premio a la «creatividad» normativa. Cruda realidad la que tenemos por detrás de nuestras leyes; antes de pensar en el aumento de penas por algunos muy aleccionados diputados, debían de haber tomado en cuenta que esa no es la solución, el sistema criminal no funciona aumentando penas, ni fantaseándose figuras jurídicas; unicas en el mundo como la «detención en firme» que desde su nombre principia sus errores, al no ser una detención.

La falta de una verdadera política criminal donde se establezca hábitos de empleo, para que se rehabilite y se lo reinserte a la sociedad al individuo que ha cometido las faltas, nos ha llevado al caos, mas aun, sabiendo que un delincuente que ha asesinado a 20 personas y ha robado 10 bancos, se encuentra en la misma celda que un falsificador de un cheque; es por esto que realmente las cárceles se convierten en verdaderos centros de formación del delito, logrando que al salir el supuesto rehabilitado (hipócrita versión ecuatoriana) haya obtenido su post grado en delincuencia, si aun no lo han matado en el interior de su celda.

Mas de 5000 reclusos en las penitenciarias se encuentran por prisión preventiva, lo cual nos da la pauta para entender el atropello a la naturaleza de esta figura; ya que no se convierte en la excepción (como debería serlo) sino en la regla; o sea, que mas de 5000 personas se encuentran privadas de su libertad por simples presunciones basadas en indicios y no por pruebas objetivas; y que para el colmo de los males el 80% de los mismos son de escasos recursos económicos, con lo cual podríamos acercarnos a las conclusiones de Zaffaroni: será que el proceso penal mantiene una selectividad de personas para poder castigarlos y así satisfacer la necesidad de las personas de sentirse protegidos, mientras otro grupo mas peligroso y mas pudiente, evade toda sanción penal? Saque sus propias conclusiones.

Con las mas de 200.000 denuncias, 520 fiscales y 42 defensores, ¿el proceso penal se puede cumplir en el Ecuador?. Pues vaya que dura tarea para quienes emprenden esta tarea tan embrollada e interminable; el problema ya no va de leyes, sobrarían las palabras en hablar del Código de Ejecución de Penas, sus objetivos y formidable estructura, bla bla bla bla.. esta muy linda la letra, pero señores, veamos la realidad pisados en la tierra y no en las leyes; no arrollemos mas lo poco que subsiste del sistema penitenciario, hagamos las reformas necesarias (sin mirar la camiseta del partido), y entendamos que la pena no es igual al castigo sino es igual a la rehabilitación total, abrámonos a la visión moderna del problema criminal con la sustitución de penas alternativas, y comprender que 73 centavos diarios para comer tres veces al día, es una humillación al derecho de dignidad humana.

La falta de voluntad política que se ha sostenido desde hace más de un siglo en materia criminal -por ser seguramente, los ciudadanos mas peligrosos del país, (por no haberse escapado a Panamá)- obliga al gobierno a no limitar su alta creatividad instaurando solamente espacios físicos inmensos, sino espacios humanos, porque de que sirve construir una inmensa cárcel si adentro se pudren en vida.

En este perenne silencio de involuntades al mejor estilo de Pilatos, nos queda la última opción de actuar, denunciar, y esperar que algún día las leyes ya no lleven apellido y se preocupen más de quienes ni siquiera aun tienen nombre.