Autor: Pedro Javier Granja

Master en Criminología por el Alma Mater Studiorum di Bologna y la Universitá degli Studi di Padova

Doctorando en Derecho Penal por la Universidad de Buenos Aires

Secretario de la Federación Nacional de Abogados del Ecuador

Criminología, cine y literatura no pueden estar divorciadas. No es posible. Nadie que se interese por el estudio de los comportamientos criminales se ha privado de analizar Psicosis de Alfred Hitchcock con Anthony Perkins sublime interpretando a Norman Bates. El crédito literario de la obra es de Robert Bloch, autor de “Psycho”.

Lamentablemente la historia no es ficticia, es simple y llanamente el recuento de los brutales crímenes de Ed Gein. Este sujeto fue incluido como sospechoso en una investigación de rutina por la desaparición de Bernice Worden, propietaria de una ferretería en la que, Gein, trabajaba.

Cuando allanaron la casa de Gein, encontraron el cuerpo decapitado y desnudo de Worden colgado de los tobillos, abierto por el torso y eviscerado. Entre otros macabros hallazgos, encontraron diez calaveras a las que les había quitado la parte superior para servir de tazones para cereal y ceniceros, lámparas y sillas cubiertas por piel humana, platos de sopa hechos con calaveras, otras calaveras en los postes de su cama. El hígado, el corazón, los pulmones de Bernice en el refrigerador, una correa elaborada con pezones, una caja de zapatos con nueve vulvas y muchos más objetos hechos de partes de cuerpos humanos[1].

Gein sufría de psicosis. Los trastornos psicóticos son fracturas mentales graves que desencadenan ideas y percepciones anormales. Un psicótico pierde el contacto con la realidad. Dos de los síntomas principales son delirios y alucinaciones. Los delirios son falsas creencias, tales como la idea de que alguien está en su contra o que la televisión les envía mensajes secretos. Las alucinaciones son percepciones falsas, como escuchar, ver o sentir algo que no existe. En esencia Gein tenía esquizofrenia. Se especula que esto pudo ser provocado por grandes ingestas de alcohol, consumo combinado de ciertos medicamentos, tumores cerebrales, infecciones del cerebro.

Escribir sobre esto es desgarrador pero necesario para alertar al resto de la sociedad sobre la importancia de destinar recursos a investigar a estos desviados. Un asesino en serie maneja un patrón conocido como el kit del violador. Escoge a su víctima, aplica técnicas de control, tortura, sumisión. Esconde el cuerpo luego del crimen, proporciona pruebas a la policía que son siempre falsas para desorientar la investigación.

El ejemplo claro lo tenemos en el caso de Gilles de Montmorency-Laval, barón de Rais, llamado Gilles de Rais, quien en el siglo XV era venerado en la mayoría de pueblos franceses como un héroe. Había luchado, con particular valentía, nada más y nada menos que junto a Juana de Arco en la guerra de los 100 años.

Entre 1432 y 1440 se llegaron a contabilizar hasta 1000 desapariciones de niños de entre 8 y 10 años en Bretaña. Pero la gran locura llegaba por la noche cuando él y sus esbirros se dedicaban a torturar, violar y asesinar a los niños previamente secuestrados.

El terror se apoderó de todos los pueblos cercanos a la casa de Retz hasta que el obispo de Nantes, Jean de Malestroit, investigó las desapariciones y advirtió que no eran casuales.

En el juicio, altamente detallado y cuyos escritos del siglo XV aún existen, pasaba del insulto a los jueces al hundimiento más absoluto. Fue encerrado en una prisión acomodada por su condición de noble. Se declaró al principio inocente, pero en uno de los trastornos de personalidad que ya sufría de años atrás, rectificó y se declaró culpable, quedando el día 15 de octubre muy arrepentido de lo que había hecho. Finalmente, el día 22, ante los jueces eclesiásticos comandados por el obispo de Saint-Brieuc, documentó todos los asesinatos y las vejaciones que practicaba a los niños de entre 7 y 20 años, actuaciones pedófilas, rasgaduras, colgamientos del techo por ganchos, decapitaciones.

El acusado, según se desprende de las tablas procesales, se puso de pie y dijo “he bebido la sangre de los niños, incluso cuando estos aún estaban vivos” aduciendo que “necesitaba aquel goce sexual”. Luego agregó “he escrito un libro de conjuros con la sangre de ellos”. Fueron confesiones brutales que provocaron conmoción no solo en Francia donde la gente no podía asimilar que uno de sus héroes fuera un hombre tan vil. El proceso nos habla de 201 víctimas, pero no se contaron al menos 800 desapariciones de niños pobres más. De Rais fue condenado por asesinato, sodomía y herejía.

¿Gilles de Rais deseaba ser capturado?

Por supuesto que no. Desató un enfrentamiento armado con el mismísimo Rey antes de ser capturado luego de varias semanas de asedio a su castillo.

El proceso penal contra Gilles de Rais, milimétricamente detallado en un expediente perfectamente conservado nos dice que el acusado combinaba su defensa con frecuentes episodios de remordimiento y violentos ataques verbales contra los jueces. Se declaró al principio inocente, pero en uno de los trastornos de personalidad que ya sufría de años atrás, rectificó y se admitió culpable. Cuando pasó a manos de los jueces eclesiásticos comandados por el obispo de Saint-Brieuc expuso todos los asesinatos y las abominaciones a las que sometía a niños de entre 7 y 12 años. Los violaba, desmembraba, colgaba con ganchos, decapitaba, llegó al extremo de beber la sangre de los niños, incluso cuando estos aún estaban vivos, que «necesitaba aquel goce sexual» y que escribió un libro de conjuros con la sangre de los supuestamente asesinados. Fueron confesiones tremendas, toda Francia se convulsionó ya que la gente no se creía que uno de sus héroes fuera un hombre tan vil. Se llegaron a constatar 200 víctimas, aunque probablemente fueran muchas más. Fue condenado por asesinato, sodomía y herejía.

Usted puede retirarse en este momento. No siga leyendo si estudia derecho, pero prefiere el circuito civil o piensa dedicarse al derecho aduanero. Esto es para penalistas y los penalistas trabajamos con lo peor de la esencia humana. Ahora bien, los profanos tienen la tendencia a repetir que los criminales siempre dejan pistas porque en el fondo quieren ser capturados. Esto no es cierto y debe ser explicado desde la ciencia criminal: El asesino en serie, generalmente sufre una psicopatía. Tiene episodios de disociación cognitiva relativas a la realidad. Necesita excitarse repitiendo en su imaginación cada segundo posible todo lo que hizo. Goza con los souvenirs de la presa. Es decir, con su ropa, con un dedo que previamente le cortó, con su cabello, etc. Es en esta fase, en la que se convierte en sedentario, en blanco fijo y facilita su captura.

Hay dos tipos de asesinos en serie: Uno organizado y otro absolutamente torpe.

El organizado mostrará un estado mental de control durante sus acciones, en todo caso con una disociación emocional durante la comisión del crimen, que puede impregnar de rabia, ira o descarga emocional, sin empatía hacia ella ni sentimiento de culpabilidad o reconocimiento de su responsabilidad sobre las acciones cometidas.

El desorganizado en cambio, no dispone de medio de transporte propio, participa en actividades solitarias, vive sólo o con un progenitor, mata a las víctimas como «mal menor» para despersonalizarlas después (contusiones y lesiones abundantes, múltiples en área facial y tórax fundamentalmente), puede mantener actividades parafílicas o practicar desmembramientos, normalmente con actividades fetichistas.

En el albor de su desorganización no suele ocultar el cadáver, puede volver al lugar del crimen o participar en la ceremonia funeraria para revivir el “clímax emocional” que vivió previamente, durante o después del crimen.

Ahora bien, este artículo nos obliga a presentar estadísticas oficiales sobre la actividad homicida en Ecuador. Veamos, algunos datos relevantes: En 2017, la tasa de asesinatos en provincias como Sucumbíos era de 17,2% por cada 100.000 habitantes. Entre enero y agosto del 2018, en Guayas se habían producido 188 crímenes. Contrario a lo que se puede creer, Guayaquil no es el cantón con mayor incremento de estas conductas. Quito tiene el pico más dramático, registró un aumento de 14,86%.

No obstante, las cifras que proporciona el Estado ecuatoriano que pretende convencernos que existe un descenso, por ejemplo, de la cifra de asesinatos de mujeres, debemos aclarar que esto, no es cierto.

La desinformación se alimenta de una pésima comparación de datos: los de todo el año 2018 con los crímenes de 5 meses del 2019, siendo que ni siquiera incluyen el horrible asesinato de “Carolina” una joven que fue torturada, abusada sexualmente, asesinada y abandonada en un solitario terreno en Quito y otros tantos hechos más que deberían formar parte del catálogo de esos delitos.

La triste realidad es que en Ecuador se producen más de un millar de asesinatos cada año. Casos como el del Monstruo de los Andes, las violaciones de decenas de mujeres en Guayaquil protagonizadas según la leyenda porteña por una banda denominada del Bronco Rojo que Daniel Camargo se atribuyó, redes de pederastas que terminaron con la vida de Emilia, por ejemplo, no tienen mayor literatura desde las ciencias forenses. Pero el homicidio es una de las primeras causas de mortalidad en este país y si bien aún no existe certeza sobre la relación entre los trastornos mentales y el crimen, un reciente estudio del Instituto de Investigaciones de la Federación Nacional de Abogados analiza la presencia de trastornos psicóticos y examina la prevalencia de otros trastornos mentales además de la psicosis[2].

Desde la criminología tenemos claro que las expresiones de agresividad impulsiva fragmentaria episódica son características del trastorno explosivo intermitente, un trastorno mental presente en un 7.3% de la población. Se ha reportado que cerca de un cuarto de todos los hombres y aproximadamente una media de esa cifra representa a las mujeres que cometen actos de agresividad física después de los 18 años.

Investigar qué hay detrás de la mente criminal en Ecuador debería ser obligación de la Fiscalía General, de la Judicatura, del Ministerio del Interior. Buscamos alguna referencia sobre el tema y no encontramos ninguna.

¿Son todos los asesinos, iguales?

Veamos, responder afirmativamente es absolutamente irresponsable.

No, los asesinos responden a diversos patrones, a múltiples reacciones.

Existe una diferencia entre un asesino en serie y un asesino en masa, por ejemplo.

El primero, arranca vidas con episodios de “culpa reflexiva”. Estos lapsos entre uno y otro crimen pueden ser de días, semanas o meses. En ese tiempo cree que va a cambiar, que va a encontrar perdón y cura para su conducta. Obviamente no lo logra. Cuando el asesino en serie es un hombre, elimina a extraños, cuando se trata de una mujer sus víctimas son sus parejas y conocidos. Cuando las mujeres comenten un homicidio sexual, sádico-sexual, lo hacen en complicidad con un hombre. Un 35% de los asesinos en serie tienen un cómplice.

El asesino en masa, es un delincuente que mata a varias personas en un mismo acto, sin lapso de “enfriamiento emocional”. El caso típico es el de hombres que matan a su pareja y luego a sus hijos menores de edad. Generalmente, se suicidan y es imposible poder hacer intentar hacer un análisis de su laberinto emocional previo. Los pocos que son capturados, coinciden en afirmar que no recuerdan lo que han hecho.

Mención aparte para los spree killer que son los asesinos sensacionalistas cometen múltiples asesinatos en varios lugares y en diferentes periodos, pero no siguen un patrón establecido, es decir, pueden simplemente disparar en unos casos y en otros torturar antes de eliminar a sus víctimas.

En todo caso, en los tres tipos de criminales previamente referidos encontramos actos de agresividad impulsiva intermitente o episódica que son característicos del trastorno explosivo intermitente al que nos hemos referido en líneas previas.

Satán no desea ser capturado

Whitechapel es un barrio. Al leer o escuchar este nombre uno pensaría que está ubicado en Estados Unidos, Irlanda o Canadá, pero pertenece al municipio de Tower Hamlets en Londres.

También podría decirse que, pasear por sus calles, actualmente, es particularmente interesante ya que uno se encuentra en cada esquina con asiáticos, africanos, centroamericanos. Alberga pues residentes de variado origen étnico, aunque es mayormente bengalí. Fue en el siglo XIX un barrio marginal, en el que imperaba el racismo y la violencia.

Podemos continuar agregando más datos que serían parte de la exposición de un guía turístico y a usted, que sigue estas líneas con otro propósito, con el de un abogado o estudiante de derecho, no le concitaría mayor interés, es entonces cuando me permito recordarle que Whitechapel es el barrio en el que, Jack, el Destripador cortó las gargantas, genitales, abrió los estómagos, extrajo los úteros, es decir, torturó y asesinó al menos a 5 personas en 1888. Todas sus víctimas eran mujeres. Mujeres pobres que se dedicaban a un oficio común: la prostitución.

Y decimos que este criminal al menos fue el causante de 5 asesinatos porque desde ese mismo año hasta el 13 de febrero de 1891 se dieron otros 6 crímenes que forman parte del tenebroso expediente Whitechapel de la Policía Metropolitana de Londres[3].

Existieron más de 300 sospechosos y un número similar de cartas enviadas a la Policía de sujetos que se declaraban autores de los crímenes. El terror se apoderó de las calles de Londres. En el barrio el que se cometían los horrendos asesinatos, se creó un Comité Ciudadano para patrullar el sector y encontrar al responsable.

Esto no ocurrió. A Jack, el Destripador, bautizado de este modo a partir de una de las misivas remitidas a la policía por un hombre que se atribuía los crímenes y firmaba con este seudónimo, nunca se lo encontró, jamás se lo capturó.

Todos los asesinatos fueron cometidos en la noche. A las víctimas les fueron extraídos sus órganos abdominales y al menos en dos casos, les arrancaron el útero. El titular del Departamento de Investigación Criminal, Melville Macnaghten señaló categóricamente en un reporte que “el asesino de Whitechapel tuvo cinco víctimas, nada más” ​ pero hay un pequeño detalle: este funcionario se incorporó a la policía un año después de las primeras 5 muertes canónicas, y su memorándum incluía errores en la descripción de los posibles sospechosos.

Etiopatogenia de la reacción criminal

Las reacciones hostiles de los animales se clasifican en 3 categorías:

i. Reacción predatoria. – Propia de omnívoros y carnívoros cuando están buscando alimento. Hay excitación eléctrica de un esquema que afecta los sitios hipotalámicos como el dorso lateral y la mitad ventral periacueductal gris.

ii. Reacción inter machos. – Propia de la estimulación de receptores de testosterona en la amígdala media a través del área preóptica e hipotalámica anterior, hasta bajar al periacueductal gris del tallo cerebral.

iii. Agresión reactiva. – Propia del deseo de venganza, es la búsqueda más primitiva de la búsqueda de castigar al que hace daño. Se ha identificado el siguiente circuito que va desde las áreas amigdaloides mediales, vía la estría terminalis hasta el hipotálamo medial y desde ahí hasta a la mitad dorsal del periacueductal gris.

¿Cuál de estas encaja con la conducta criminal?

Diremos que la violencia humana en general está ligada a la agresión reactiva animal. Pero es preciso, desde la criminología, hacer una distinción:

Existe la agresión reactiva impulsiva y la agresión reactiva instrumental. En la primera, el ser humano que se siente agredido por otro, responde inmediatamente, tiene que ver con el deseo natural de supervivencia que reside en el sistema límbico.

Pero la agresividad instrumental es muy distinta. Implica cometer el hecho “a sangre fría”. Este tipo de agresores no responde automáticamente. Por el contrario, entre más entrenamiento de violencia haya tenido (es médico, carnicero, aprendió a boxear, artes marciales, a manejar armas) más esperará para dar una respuesta. Si la primera reacción tiene resultados letales por la furia que obnubila la razón, la segunda, si es preparada por un psicópata, es incluso más mortífera, dado que el criminal instrumental con psicopatía no planifica sus ataques para dejar con vida a su víctima, actos que generalmente incluyen el abuso sexual y puede ser un factor desencadenante para que la conducta desviada inicial se convierta en asesinatos en serie[4].

¿Cuándo inauguramos una verdadera política criminal en Ecuador?

En el 2004, dos investigadores de lujo como Fazel y Grann, investigaron los homicidios cometidos en un periodo de 14 años en Suecia, encontrando 2005 homicidios y cerca del 90% de estos homicidas presentaba un trastorno mental:

47% presentaba abuso de sustancias

54% algún trastorno de personalidad

En relación a los asesinos en serie se calcula que en Estados Unidos existen 150, aunque se han estimado cifras de hasta 350, de estos aproximadamente 89% son varones y el 11% son mujeres, con una edad que oscila entre 25 y 35 años, el 90% blancos. En promedio estos asesinos matan entre 8 a 14 víctimas en un periodo de 4 a 8 años. Los asesinos en serie tienen un móvil geográfico.

En Ecuador, el único intento por una investigación seria en este tema es el que lleva adelante Alfonso Luz Yunes, desde la presidencia de la Federación Nacional de Abogados. Un trabajo que se complica por la falta de colaboración de las autoridades estatales que prefieren informarle a la población las cifras que ellos estiman pertinentes.

¿Qué descubrimos en los asesinos recurrentes?

Doloroso es observar que presentan antecedentes vivenciales similares: niños humillados, con experiencias traumáticas y un mundo interno y privado de pensamientos y fantasías.

Un 54% de los asesinos sufren algún trastorno de personalidad. Los homicidas repetitivos presentan un alarmante nivel de agresividad instrumental. En estudios de otros países hemos podido advertir un patrón común: tienen una disminución del volumen de la corteza prefrontal y sustancia gris y mayor activación del sistema límbico

En octubre del 2019, en el marco del Congreso Iberoamericano de Política Criminal, Neuropsicopatología y Ciencias Forenses a celebrarse en Guayaquil presentaremos el Informe sobre Conductas Criminales en Ecuador de los últimos 10 años. Hasta entonces.


[1] Ramsland, Katherine “A true necrophile” disponible en https://web.archive.org/web/20131202224429/http://www.trutv.com/library/crime/serial_killers/notorious/necrophiles/index_1.html

[2] Granja., Pedro, Luz., Alfonso, De Santis., Antonio et al (2014). Más allá de la verdad oficial. Trastornos Criminales en Ecuador, Revista Advocatus 12 (16), 6-23.

[3] Sobre el particular conviene revisar The Enduring Mystery of Jack the Ripper disponible en https://web.archive.org/web/20121213121625/https://www.met.police.uk/history/ripper.htm

[4] Sosa Velásquez, Alfredo, La mente del asesino en serie: Etiopatogenia, disponible en http://www.bvs.hn/RHPP/pdf/2010/pdf/Vol4-1-2010-4.pdf