EL CASO «PLAME»
El secreto de fuentes en la actualidad
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Por: Dr. Marco Navas Alvear
Profesor de la PUCE
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Un caso para comentar

En julio pasado, un juez federal de los Estados Unidos de Norteamérica ordenó el ingreso en prisión de Judith Miller, prestigiosa aunque polémica periodista del New York Times, por negarse a revelar su fuente, todo esto tras el escándalo por la filtración de la identidad de una agente de la CIA. Lo cual habría supuesto un delito contra la seguridad nacional en ese país.

Según la CNN, el caso, conocido como «Plame», comenzó en 2003, cuando la prensa filtró el nombre de una agente de la CIA (Valerie Plame), perjudicando su carrera y cometiendo, además, la supuesta infracción.

El Departamento de Justicia norteamericano llevaba dos años intentando saber quién filtró a los periodistas la identidad de la agente secreta para procesarlo. En inicio, los reporteros Judith Miller del New York Times y Mathew Cooper, de la revista Time, se habían negado a comparecer ante el juez que investiga el caso. Su argumento, una institución sagrada de la democracia norteamericana: el derecho a conservar en secreto las fuentes periodísticas.

Sin embargo, luego de un tiempo, a diferencia de Miller, quien por principios prefirió la cárcel, Cooper ha accedido a testificar. El Sr. Floyd Abrams, destacado abogado constitucionalista, dijo a la prensa luego de la detención de Miller que «Judy es una mujer honorable, que se adhiere a las más altas tradiciones de su profesión y a las tradiciones más elevadas de la humanidad». Miller optó, según ha informado la CNN que cita estas declaraciones, por «sobrellevar el peso de la cárcel» antes que romper la promesa de confidencialidad, agregó el profesional citado por esta Cadena.

Hace pocos días, la periodista Miller ha salido de la cárcel tras acceder a testificar ante un gran jurado que investiga quién en el Gobierno de EEUU filtró el nombre de la agente secreta de la CIA, Valerie Plame. En su declaración Miller ha revelado que su fuente fue I. Lewis Scooter Libby, jefe de gabinete del vicepresidente R. Cheney. Sin embargo, Miller se ha mantenido incólume en sus principios pues solamente ha accedido a revelar la información con la autorización de su fuente.

La decisión judicial

La decisión del juez Thomas Hogan de mandar a prisión a Miller da cuenta de un balance entre dos valores, por un lado el de la seguridad nacional de los Estados Unidos, en juego por la filtración informativa y por otro lado, el derecho a saber del pueblo norteamericano y del mundo sobre temas de seguridad nacional del país más poderoso de este planeta.

El haber optado por proteger el primero de los bienes jurídicos en conflicto, da cuenta a las claras de un cambio en la tradición legal norteamericana, muy afecta a proteger sobre cualquier cosa, lo que la Suprema Corte de ese país ha denominado: «el mercado libre de ideas». En otras palabras, entre los rasgos positivos de la democracia estadounidense, podíamos citar este afán de estimular la producción de la mayor cantidad de información aun si esto podía afectar los derechos de los demás, como el derecho al honor, por ejemplo y aun en algunos casos donde la seguridad del estado estaba en juego.

Hoy los tiempos parecen ser diferentes. Desde septiembre de 2001 lo más importante por sobre derechos históricos, que no solamente son patrimonio de la mayor democracia del mundo, parece ser la razón de estado. Lo que no hay que olvidar sin embargo es la enrome importancia que la libertad de información y expresión tienen para mantener viva una democracia. Sobretodo son fundamentales en este caso para crear el suficiente debate público sobre los temas, aun aquellos de seguridad nacional.

Esa es la lógica desde la democracia. La de esconder lo mínimo necesario pues solo así se protege a ella misma. Es decir, defender el derecho a saber es la mejor forma de defenderse desde la democracia contra quienes no creen en ella y si en la violencia como forma de lucha.

El secreto de fuentes no es otra cosa que una institución que defiende la democracia al facilitar la obtención de información. Como tal, este secreto es un elemento sustancial del sagrado derecho a la libertad de expresión. No significa esto que si alguien filtra información calificada previamente como secreta y conoce que comete un delito, esta persona no sea procesada, pero a la vez el secreto de fuentes impide que ese procesamiento alcance al periodista que revela la información.

La medida de presionar mediante la prisión para que la periodista revele las fuentes ha sido observada con preocupación por lo organismos internacionales de derechos humanos como la Relatoría de la OEA para la Libertad de Expresión. En tal sentido el Relator Sr. Bertoni ha manifestado que «a fin de garantizar el derecho del público a recibir información, es imperativo que los periodistas conserven el derecho a la reserva de sus fuentes.» En este sentido, el Principio 8 de la Declaración de Principios sobre la Libertad de Expresión adoptada por la CIDH afirma: «Todo comunicador social tiene derecho a la reserva de sus fuentes de información, apuntes y archivos personales y profesionales».

Felicitamos la decisión de la Sra. Miller de mantener la ética de su práctica profesional y la valiente actitud de preferir ir a la cárcel en lugar de permitir que se afecte un sagrado derecho universal. Preocupa a la vez la decisión del juez pues da cuenta de que no vivimos tiempos de luz para los derechos humanos.


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